“La fortuna es inestable y cambia rápidamente de un lado a otro”. ( Cayo Julio Higino)
Aunque en la Antigua Roma, a la suerte que
llamaban Fortuna, se la tenía incluso por una diosa, para quien según a lo que
fueras destinado, podías ser su favorita o no, a pesar de que dicha diosa era
muy caprichosa y cambiaba fácilmente en escoger o rechazar favoritos, llegando
a ser benevolente o malévola con cualquier mortal. Era la diosa preferida de Lucio Cornelio
Sila, el famoso cónsul y dictador romano, que provenía de la más abyecta
pobreza, pero que a base de mucho estudiar y muchos esfuerzos en perseguir sus
propósitos, se retiró en la más opulenta riqueza.
Roma era clasista con un sistema de economía
puramente capitalista, aparte el sistema esclavista, y el de los derechos
ciudadanos. Para enriquecerse era preciso tener una combinación de educación,
inteligencia, tener habilidades en la política y en los negocios, disponer de
reputación militar, y tratar de ser popular entre la comunidad. Algo que
naturalmente debía de trabajarse mucho para poder ascender de posición social.
Una vez conseguida la riqueza, mantenerse en este alto status, pasaba por estabilizarse,
ser prudente, evitando el derroche y las extravagancias, aunque arriesgarse en
inversiones o en cualquier propósito podía hacer incrementar la fortuna o
llevar a la ruina. Se sabe que Cayo Julio César se endeudó mucho en conseguir
los mejores juegos para la plebe, pero le valió para ganar las elecciones para
el consulado, y luego las campañas militares le reportaron enormes riquezas,
aparte de la ventaja de pertenecer a una familia patricia.
Para los antiguos romanos, la riqueza era un medio para conseguir cierto status
social, poder y prestigio, mientras que la pobreza era vista como un estado de debilidad, dependencia, de
merecer desprecio.
En la Roma Antigua, la riqueza se medía principalmente por la cantidad de tierras y propiedades que uno poseía, los emporios comerciales de las que se era titular, así como por la cantidad de esclavos y otros bienes que se tenían. La nobleza y los patricios eran los grupos privilegiados y tenían la mayor cantidad de riquezas y poder en la sociedad romana, aunque también podían caer en la pobreza, como igual que cualquier otro individuo que prevenía de la más baja posición social, podía ascender y llegar a ser rico, importante, e influyente, en un mundo de brutal competencia.
El caso de algunos gladiadores
era un ejemplo, pues caso todos procedían de la pobreza, y algunos con sus
entrenamientos, habilidades, y preparación, que se tenían que trabajar mucho,
llegaban a ser los mejores, y se podían retirar ricos. Pero la inmensa mayoría
caían muertos por el camino al que la vida los destinaba.
Por
otro lado, la pobreza en la Roma Antigua se consideraba un estado de
dependencia, debilidad,
menosprecio, e
inferioridad social. Las personas pobres en la sociedad romana eran aquellas
que no tenían tierras, propiedades ni recursos para subsistir, que
incluso se vendían como esclavos para algún amo que les pudiera
proporcionar una vida mejor a cambio de su esclavitud. Dependían de la caridad de otros romanos adinerados de los que eran
sus clientes estando
bajo su protección, o trabajaban en empleos de baja remuneración. Emperadores y cónsules, en la medida
de lo posible repartían pan, aceite y carne, entre los más necesitados, aparte
de entradas para el circo y teatro, con tal de tenerlos entretenidos y evitar
disturbios y otros desórdenes.
Tema
aparte era la esclavitud. Los pobres apenas podían permitirse uno o dos
esclavos, que les hacían las tareas más viles. Y los ricos podían tener varias
docenas, centenares, e incluso a veces hasta miles de esclavos repartidos para
el cuidado y atención de sus extensas propiedades.
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