Mostrando entradas con la etiqueta METELO BALEÁRICO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta METELO BALEÁRICO. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de enero de 2017

EL CÓNSUL LUCIO FURIO FILO



Lucio Furio Filo (en latín, Lucius Furius Philus) fue un político y militar romano, muy vinculado con Escipión Emiliano y Cayo Lelio Sapiens.

 

En 136 a. C. alcanzó el consulado con Sexto Atilio Serrano como colega; como cónsul electo los senadores le concedieron la administración de la provincia de Hispania Citerior, con lo que le responsabilizaron de la entrega de Hostilio Mancino a los numantinos, al que los rebeldes habían derrotado y obligado a concluir un tratado muy desfavorable para los intereses romanos.

 
Cuando Metelo Baleárico y Quinto Pompeyo trataron de impedir la marcha del cónsul les ordenó ir con él en calidad de legatus. Una vez en su provincia ordenó a los soldados establecerse en las inmediaciones de la capital de los sediciosos y cerciorarse de que Mancino acabara en sus manos, pero los numantinos cerraron sus puertas y rechazaron quedarse con el ex-cónsul, con lo que pretendían no violar el pacto que habían concluido con éste.
 
Fue amante de la literatura griega y amigo de muchos eruditos griegos.
 
Cicerón le menciona en una de sus obras, en la que alaba el estilo de sus discursos:

Lucio Furio Filo hablaba muy bien el latín, y con más literatura que los demás.



domingo, 25 de septiembre de 2016

LOS HONDEROS BALEARES


 “Existen otras islas frente a Iberia, llamadas por los helenos Gimnasias, porque sus habitantes viven sin vestidos en la época del verano, y por los indígenas y los romanos son denominadas Baleares, porque [sus habitantes] suelen arrojar piedras enormes con las hondas mejor que nadie.

 [...] Su armamento consiste en tres hondas: una de ellas la llevan en torno a la cabeza, otra alrededor del vientre y la tercera en las manos. Cuando las necesidades de la guerra lo exigen, son capaces de lanzar piedras mucho más grande de lo que otros lo hacen, con una fuerza tal que el misil parece que es arrojado desde una catapulta. Por ello, en los asaltos a las murallas, cuando sobreviene el ataque, golpeando a los que se hallan sobre las almenas, les cubren las heridas, y en las batallas campales destrozan los escudos, cascos y toda clase de armas defensivas. Tal precisión tenían en alcanzar el objetivo que la mayoría de las veces no yerran en el blanco propuesto. Causa de esto son los constantes ejercicios que realizan desde la infancia, mediante los cuales, siendo aún niños, son obligados por sus madres a tirar con honda sin cesar; poniéndose ante ellos como blanco un pan colgado de cualquier palo no se da al que pretende comer hasta que, habiendo acertado al pan, lo consigue de buen grado de su madre para comerlo.”

( Diodoro de Sicilia )

 

“Pero en una ocasión en que unos cuantos malhechores hicieron causa común con los piratas del mar, cobraron mala fama todos y tuvo que hacer una expedición naval contra ellos Metelo, el apodado Baleárico, que fue también el que fundó las ciudades. Como a causa de su misma fertilidad son objeto de acechanzas, tienen fama, a pesar de ser pacíficos, de ser los mejores honderos, y según dicen se ejercitaron en esta práctica sobre todo a partir de que los fenicios ocuparan las islas. También se dice que fueron estos los primeros que vistieron a sus gentes con túnicas de bandas anchas; pero iban al combate sin ceñirse, llevando al brazo un escudo de piel de cabra y un venablo endurecido al fuego, raramente provisto también de una pequeña punta de hierro. Llevan alrededor de la cabeza tres hondas hechas bien de meláncranis (una especie de junco con el que se trenzan las cuerdas; [...]), bien de crines o de nervios, una larga para los lanzamientos a gran distancia, otra corta para los tiros a corta distancia y otra mediana para los medianos. Se ejercitaban desde niños con las hondas de tal modo que ni pan se les daba si no le acertaban con la honda. Por eso precisamente Metelo cuando se acercaba a las islas por mar, extendía pieles sobre las cubiertas como protección contra las hondas”.


( Estrabón en "Geografía")