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jueves, 2 de abril de 2020

EL CÓNSUL CAYO HOSTILIO MANCINO, EL GENERAL MÁS DESGRACIADO DE TODOS LOS ROMANOS



Cayo Hostilio Mancino (en latín, Gaius Hostilius Mancinus) fue un político y militar romano, procedente de la gens plebeya Hostilia. Su padre fue Aulo Hostilio Mancino, cónsul en 170 a. C. y probablemente era hermano del cónsul del año 145 a. C. Lucio Hostilio Mancino.

 

En 140 a. C. es nombrado pretor; un año después, ya como propretor el Senado le envió a Hispania con orden de aplastar el levantamiento de los numantinos. En 137 a. C. alcanzó el consulado con Lépido Porcina, obteniendo la administración proconsular de la provincia de Hispania Citerior, mientras que a su compañero le correspondió la Ulterior.

 

Con este nombramiento sustituía a Quinto Pompeyo y Marco Popilio Lenas que intentaron sin éxito vencer a los sediciosos. Independientemente del pésimo precedente, con él empeoró aún más la situación, ya que cayó derrotado en todos los combates contra los rebeldes. Un día los numantinos salieron de su ciudad y rodearon el campamento romano, por lo que Mancino tuvo que acordar un tratado muy desfavorable para los intereses romanos - que podría haber sido mucho peor de no estar presente su cuestor Tiberio Graco - para salvar la vida de los 20.000 soldados a sus órdenes.

 

Mientras el pueblo romano recibió a Graco como un héroe, Mancino acabó imputado por el Senado, que rechazó aceptar el acuerdo que había alcanzado con los hispanos. Escipión Emiliano salvó a Graco y a otros militares de acabar como el comandante, al que los senadores enviaron a Numancia del mismo modo que tras la derrota de las Horcas Caudinas (321 a. C.) los veinte comandantes responsables del desastre acabaron en manos de los samnitas.

 

Plutarco no escribe más acerca de Mancino, pero de acuerdo con Apiano acabaría siendo conducido a la capital de los numantinos, que rechazaron quedarse con él.

 

A su regreso a Roma tomó su asiento en el Senado, pero fue expulsado violentamente por el tribuno de la plebe Publio Rutilio con la excusa de que Mancino había perdido la ciudadanía al ser entregado a Numancia, pero como la entrega no había tenido lugar surgió un conflicto jurídico; en general se consideró que había perdido al menos sus derechos civiles, pero debieron serle retornados posteriormente, ya que se sabe que después fue elegido pretor de acuerdo a lo que señala Aurelio Víctor.

 
Su desastrosa campaña en territorio hispano llevó a que Plutarco le describiera como un: varón no vituperable, pero el general más desgraciado de todos los romanos.


miércoles, 25 de abril de 2018

EL CÓNSUL QUINTO POMPEYO


 Quinto Pompeyo (en latín, Quintus Pompeius A. f. L. n.) fue un político y militar romano.
 
Hijo de Aulo Pompeyo, era de extracción humilde, pero no sabemos nada de su cursus honorum, ni de los medios por los cuales llegó por primera vez al consulado.
 
Se destacó seguramente como orador puesto que Cicerón le menciona en una de sus obras: "Quinto Pompeyo fue por entonces orador no despreciable, y por su propio mérito, no por la nobleza de sus mayores, llegó a las más altas dignidades.".
 
En 141 a. C. alcanzó el consulado, con Cneo Servilio Cepión como colega.
 
Ganó su elección en oposición a la candidatura de Lelio, que tenía el apoyo de Escipión. Escipión Emiliano, que había estado en términos amistosos con Pompeyo, después de esto renunció a toda relación con este último.
 
Pompeyo durante su consulado fue enviado a Hispania Citerior con orden de reemplazar a Metelo Macedónico,  mientras Fabio Máximo Servilino era gobernador de Hispania Ulterior., para aplastar la rebelión de los numantinos.
 
Ese mismo año ordenó a los soldados establecerse en las inmediaciones de la capital numantina. En un principio los numantinos, conscientes de su inferioridad, rechazaron librar un combate abierto con los romanos y se limitaron a acosar sus líneas.
 
Viendo el escaso éxito que estaba teniendo el asedio ordenó sitiar Tiermes, pero acabó siendo rechazado nuevamente. Entonces el procónsul decidió atacar Manlia - que acabó abriendo las puertas a los romanos después de que sus habitantes acabaran en una noche con todos los numantinos que custodiaban la ciudad - y de nuevo Tiermes, que esta vez cayó en sus manos. Eliminadas estas dos ciudades centró su atención en sitiar la capital numantina.
 
Esta vez decidió cortar los suministros de los rebeldes bloqueando el Duero pero tuvo que desistir ya que los sediciosos salieron de la ciudad y atacaron a los romanos haciéndoles retroceder. El procónsul mandó entonces que sus hombres permanecieran en el campamento pero el clima invernal causó una elevada mortandad. Para evitar un desastre mayor acabó levantando el sitio y repartiendo a sus hombres entre las ciudades aliadas.
 
En 139 a. C. el Senado envió a Popilio Lenate a sustituirle, pero mientras el cónsul estaba de camino, Quinto concluyó un tratado secreto con los numantinos que resultaba muy desfavorable a los intereses romanos. Cuando Lenate tuvo noticias de las acciones de su predecesor - que declaró no haber establecido acuerdos con los rebeldes- le denunció ante los senadores, que invalidaron el tratado y reanudaron los combates.
 
A su regreso a Roma, Pompeyo escapó de todo tipo de castigo en relación a su conducta en el tratado, pero, sin embargo, poco después, fue acusado de extorsión en su provincia, cargo del cual finalmente fue absuelto, a pesar de que personas muy eminentes como Q. Metelo Macedónico o L. Metelo Calvo habían dado testimonio en su contra.
 
No sabemos mucho más acerca de la vida de Pompeyo, a excepción de que obtuvo la censura con Metelo Macedónico (131 a. C.); la primera vez que dos plebeyos ocupaban el puesto.



lunes, 9 de enero de 2017

EL CÓNSUL LUCIO FURIO FILO



Lucio Furio Filo (en latín, Lucius Furius Philus) fue un político y militar romano, muy vinculado con Escipión Emiliano y Cayo Lelio Sapiens.

 

En 136 a. C. alcanzó el consulado con Sexto Atilio Serrano como colega; como cónsul electo los senadores le concedieron la administración de la provincia de Hispania Citerior, con lo que le responsabilizaron de la entrega de Hostilio Mancino a los numantinos, al que los rebeldes habían derrotado y obligado a concluir un tratado muy desfavorable para los intereses romanos.

 
Cuando Metelo Baleárico y Quinto Pompeyo trataron de impedir la marcha del cónsul les ordenó ir con él en calidad de legatus. Una vez en su provincia ordenó a los soldados establecerse en las inmediaciones de la capital de los sediciosos y cerciorarse de que Mancino acabara en sus manos, pero los numantinos cerraron sus puertas y rechazaron quedarse con el ex-cónsul, con lo que pretendían no violar el pacto que habían concluido con éste.
 
Fue amante de la literatura griega y amigo de muchos eruditos griegos.
 
Cicerón le menciona en una de sus obras, en la que alaba el estilo de sus discursos:

Lucio Furio Filo hablaba muy bien el latín, y con más literatura que los demás.



martes, 25 de octubre de 2016

LA VENGANZA DE QUINTO METELO POR PERDER EL DERECHO AL TRIUNFO


 

En 141 a. C., Quinto Metelo, que había casi sometido a las dos Hispanias, primero como cónsul y luego como procónsul, perdió el derecho a la concesión del triunfo por las grandes hazañas que había realizado porque, cuando tuvo conocimiendo de que su enemigo, el cónsul Quinto Pompeyo, era enviado para sustituirlo,  saboteó el traspaso de poderes utilizando los siguientes medios:

 

- Licenció a todos los soldados que quisieron terminar su servicio militar.

- Concedió permisos a todos aquellos que se lo pidieron, sin preguntarles el motivo y sin fijarle suna fecha de reincorporación.

- Dejó los graneros expeditos para el pillaje al retirar a los centinelas.

- Mandó romper los arcos y las flechas de los arqueros cretenses y arrojarlos al río.

- Prohibió que se diera comida a los elefantes.


( Valerio Máximo en "Hechos y dichos memorables") 








sábado, 24 de enero de 2015

BREVE CARTA DE LUCIO CORNELIO SILA, A CNEO POMPEYO MAGNO


Me apena, Cneo Pompeyo, verme obligado por decisión del Senado a enviarte a tu primo Rufo en estas circunstancias. Nadie aprecia mejor que yo los numerosos servicios que has rendido a Roma. Y nadie sabe mejor que yo que puedes rendirle a Roma otro gran servicio de indecible importancia para nuestras carreras.


Nuestro mutuo colega, Quinto Pompeyo, es un hombre muy afectado. Desde la muerte de su hijo -mi yerno y padre de mis dos nietos- nuestro pobre amigo ha experimentado un alarmante decaimiento. Como su presencia en Roma es un grave inconveniente, me he visto obligado a enviarle fuera. Sucede que no se aviene a aprobar las medidas que me he visto obligado - obligado, repito- a adoptar en defensa del mos maiorum.

 

Como sé, Cneo Pompeyo, que tú apruebas plenamente estas medidas, dado que te he mantenido informado y nos hemos comunicado asiduamente, considero muy sinceramente que Quinto Pompeyo necesita urgentemente un prolongado descanso. Y espero que lo tenga ahí en Umbría a tu lado.


Espero que me perdones por haberle contado a Quinto Pompeyo tus fervientes deseos de ser relevado del mando antes de licenciar a tus tropas. Para él ha sido un desahogo saber que le recibirías con los brazos abiertos.

( C. McC. )



jueves, 15 de enero de 2015

CONTRARIA A UN MATRIMONIO IMPUESTO, CORNELIA SILA DESAFÍA A SU PADRE LUCIO CORNELIO SILA


-¿Qué es lo que tienes que decir, jovencita?

-Esta vez estoy preparada, padre. ¡Puedes pegarme hasta matarme porque me da igual! ¡No quiero casarme con Quinto Pompeyo y no puedes obligarme!

-Hija, te casarás con Quinto Pompeyo aunque tenga que atarte y drogarte -replicó Sila en un tono suave, presagio de gran violencia.

Pero, a pesar de sus lágrimas y pataletas, era mucho más hija suya que de Julilla. Notó que se afirmaba sobre los pies, como dispuesta a recibir un tremendo golpe, y advirtió que sus ojos brillaban como zafiros.


-¡No voy a casarme con Quinto Pompeyo!

-¡Por todos los dioses que lo harás, Cornelia!

-¡No me casaré con él!

Normalmente, tal desafío habría provocado una ira desatada en Sila, pero en esta ocasión, quizá porque viera en el rostro de la muchacha algún rasgo de su hijo muerto, no tuvo fuerzas para encolerizarse.


-Hija -espetó con un bufido-, ¿sabes quién es Pietas?

-Claro que lo sé: el deber -contestó Cornelia Sila, cautelosa.

-Amplía la definición, Cornelia.

-Es la diosa del deber.

-¿Qué clase de deber?

-Toda clase de deber.

-Incluido el deber de los hijos para con sus padres, ¿no es cierto? -dijo Sila con suavidad.

-Sí -contestó ella.

-Desafiar al paterfamilias es una cosa horrible, Cornelia. No sólo se ofende a Pietas, sino que, conforme a la ley, estás obligada a obedecer al cabeza de familia. Y yo lo soy -dijo Sila, severo.

-El primer deber es para conmigo misma -contestó ella, heroica.

A Sila comenzaron a temblarle los labios.


-No, hija, tu primer deber es conmigo. Dependes de mi mano.

-¡Padre, con mano o sin mano, no pienso traicionarme!

Los labios cesaron en su temblor, se quedaron abiertos y Sila soltó una carcajada.


-¡Oh, vete! -exclamó él cuando pudo-. ¡Cumple con tu deber o te vendo como esclava! - gritó tras ella, sin dejar de reír-. ¡Puedo hacerlo y nadie me lo impedirá!

-¡Ya soy una esclava! -replicó ella a voces.

-¡Qué soldado habría sido!


( C. McC. )