miércoles, 31 de diciembre de 2014

CARTA DE CNEO POMPEYO MAGNO A LUCIO CORNELIO SILA


Las provincias de Africa y Numidia están pacificadas y en orden. Tardé cuarenta días en lograrlo. Zarpé de Lilibeo a finales de octubre con seis legiones y dos mil soldados de mi caballería, dejando a Cayo Memio al mando en Sicilia. No juzgué necesario establecer guarniciones allí donde ya había comenzado a reunir naves nada más llegar. A finales de octubre tenía ya más de ochocientos barcos. Me gusta organizarlo todo bien porque se gana mucho tiempo. Antes de zarpar, envié un mensajero al rey Bogud de Mauritania, quien actualmente tiene su ejército en Iol, no muy lejos de Tingis. Bogud reina desde Iol y ha dejado en Tingis un reyezuelo. Todos estos cambios se deben a la contienda de Numidia, en donde el príncipe Yarbas ha usurpado el trono del rey Hiempsal. Mi mensajero instó al rey Bogud a que invadiese inmediatamente Numidia por el oeste, sin aceptar pretexto alguno. Mi estrategia consistía en que Bogud obligase a Yarbas a replegarse hacia el este hasta que llegase a donde yo estaba para aplastarle.

 

Desembarqué mis tropas en dos divisiones: una en Cartago y la otra en Utica. Me puse al mando de esta segunda, y nada más tocar tierra recibí la sumisión de siete mil soldados de Cneo Ahenobarbo, lo que interpreté como buen augurio. Ahenobarbo decidió presentar batalla sin dilación, pues temía que, de no hacerlo, se pasaran a mis filas más tropas suyas. Desplegó su ejército ante una garganta para tenderme una emboscada cuando la atravesase, pero no caí en la trampa porque subí a un risco y vi su posición. Comenzó a llover (el invierno es la estación lluviosa en la provincia de Africa) y aproveché la circunstancia de que la lluvia azotaba los ojos de sus tropas. Gané una gran batalla y mis hombres me proclamaron imperator en el campo de batalla. Pero tres mil soldados de Ahenobarbo lograron escapar ilesos. Mis hombres seguían vitoreándome, pero yo les dije que lo hiciesen más tarde, y nos apresuramos a perseguir a Ahenobarbo hasta su campamento y lo aniquilamos con todas sus tropas. Entonces, permití que mis hombres me vitoreasen como imperator.

 

Luego marché a Numidia, una vez sometidos en todo el territorio de la provincia de Africa los insurgentes, a quienes ejecuté en Útica. El usurpador Yarbas se refugió en Bulla Regis, una ciudad en el curso superior del río Bagradas, al saber que yo avanzaba por el este y Bogud por el oeste. Por supuesto, yo llegué a Bulla Regis antes que el rey Bogud, y la ciudad me abrió sus puertas y se rindió, entregándome a Yarbas, a quien ejecuté inmediatamente, junto con otro noble llamado Masinisa; y repuse en su trono de Cirta al rey Hiempsal. Tuve oportunidad de dedicarme a la caza de animales salvajes, que en este país los hay de toda clase, desde elefantes hasta unos muy parecidos a grandes gatos. Te escribo ésta desde el campamento en la llanura de Numidia.

 

Me propongo volver pronto a Utica, al haber sometido todo el norte de Africa en cuarenta días, como te decía. No es necesario dejar guarniciones en esta provincia, y puedes enviar un gobernador sin cuidado. Voy a embarcar mis seis legiones y dos mil soldados de caballería y zarparemos hacia Tarentum. Después nos dirigiremos a Roma por la vía Apia, y me gustaría celebrar un triunfo. Mis hombres me han vitoreado como imperator en el campo de batalla y tengo derecho a ello. He pacificado Sicilia y Africa en cien días, y ejecutado a todos tus enemigos. Tengo también un buen botín para mostrar en el desfile triunfal.


( C. McC. )



LOS LEGIONARIOS LICENCIADOS


NUNC DIMITTIS

En el ejercito, tu licencia puede incluirse en cuatro apartados distintos:

1.- Misso causaría es para aquellos que hayan sufrido heridas que les impidan continuar su servicio militar. Estas heridas pueden ser heridas verdaderamente incapacitantes o pequeñas lesiones que, no obstante, impidan a un legionario llevar a cabo sus funciones correctamente. En cualquier caso, el paciente sera examinado de pies a cabeza hasta que los médicos confirmen, a su pesar, que Roma no podrá obtener mas beneficios por el dinero invertido en alimentar y entrenar a ese soldado concreto. Una misso causaría es una licencia honrosa, y la pensión dependerá del tiempo que haya durado el periodo de servicio.

 

2.- La misso ignominosa no es una licencia honrosa. Todo lo contrario. Esta licencia le anuncia al mundo que el licenciado es un mal tipo que no sirve ni para el ejercito. Y la sociedad romana no quiere saber nada de un sujeto semejante. Se le prohíbe vivir en Roma y entrar a trabajar al servicio del Imperio. Además, cualquiera que fuera el crimen cometido, es muy probable que también le supusiera al reo una tanda de latigazos que llevara marcados para siempre como una prueba mas de su deshonor.

 

3.- La misso honesta es una licencia honrosa. Esta es la mejor forma de licenciarse con diferencia. Tu servicio se ha cumplido a plena satisfacción del emperador y del ejercito, y tienes derecho a la pensión completa y al resto de privilegios que te asisten como ex soldado del Cesar.

 

4.- Mortuus est es la forma alternativa de abandonar el ejercito: muriéndote.

 

Los auxiliares recibirán una tablilla especial de bronce para conmemorar su licencia. Los legionarios son ciudadanos y, dado que el gobierno imperial quiere creer que los buenos ciudadanos están suficientemente registrados, no requieren de mas documentos. Y los registros -por ejemplo, en el enorme archivo de la Colina Capitolina- están siempre disponibles cuando sea necesario hacer una comprobación. Así, la declaración de cualquiera que pretenda ser un soldado retirado puede ser contrastada a petición de las autoridades implicadas, y un archivo es mas difícil de falsificar que una tablilla de bronce. Además, cuando un grupo de soldados se licencia en bloc, frecuentemente harán una colecta y construirán un pequeño memorial para celebrarla ocasión.

 


¿UN HOMBRE LIBRE?

Este es un momento muy importante. Tras un cuarto de siglo de vida regimentada, en la que cada hora del día ha estado controlada por revistas y toques de corneta, el ex legionario es un hombre libre. Puede decidir al fin a que hora levantarse y que desayunar. Esto suena estupendamente hasta que uno se da cuenta de que la libertad implica tener que buscarse una cama de la que levantarse y también organizarse uno mismo el desayuno. Después de 25 años en los que todo lo han organizado otros, resulta un tanto impactante descubrir que estas cosas no ocurren solas.

 


¿QUE OCURRE DESPUÉS? OPCIONES:

1.- Aquellos que se vean completamente perdidos en el caos de la vida civil pueden librarse de el por el camino mas drástico: se van de vuelta para el cuartel y se reenganchan. Después de todo, si uno se alisto por primera vez cuando era un adolescente aun le deben de quedar una o dos décadas decentes para el servicio.

 

2.- Otros serán arrastrados a otra institución, la del matrimonio. No es extraño que los legionarios tengan una esposa, excepto a efectos legales, en el vicus que hay fuera del campamento, esperando con los niños a que el legionario vuelva y la convierta en una mujer decente. Son muchos los legionarios que han empezado un negocio provechoso prestando servicios a su antigua unidad, vendiéndoles suministros o proporcionando servicios mas "personales", gracias a sus contactos y a una paga final que equivale a 14 anos de salario. Otros se habrán casado por interés lejos del campamento, obteniendo al mismo tiempo una participación en un negocio y una esposa sacada de la descendencia de su nuevo socio. Aquellos que estén planeando timar a un ex soldado inocentón se lo pensaran dos veces ante la perspectiva de recibir una visita por parte de un grupo de ex camaradas de la victima, mal encarados, poco amistosos y que insisten en saber donde esta el dinero.

 

3.- Alternativamente, esta la posibilidad de empezar de nuevo cambiando de aires. Si el ejercito acaba de conquistar un territorio nuevo, la mejor forma de mantenerlo seguro es la de poblar en el una ciudad con legionarios licenciados. Para Roma, es la solución ideal: los legionarios vivirán rodeados de gente que tiene el mismo estilo de vida que ellos y, en caso de emergencia, estos siempre pueden sustituir sus ropas civiles por una armadura y reaparecer como cuerpo de combate perfectamente entrenado y operativo. Por supuesto, los nativos que hayan perdido sus tierras a favor de los colonos no estarán demasiado contentos, pero cuando te conquistan eso pasa de todos modos, y esa es precisamente la razón de que haga falta asentar a los legionarios. No obstante, los que se asienten en tierras de otros deben saber que se requerirá tacto para integrar a los desposeídos en el nuevo orden y en el impulso económico que suele acompañar a la romanización de cualquier nuevo territorio.

 

EL ATAQUE DE LOS EX AUXILIARES

Hay una razón que explica que los auxiliares sean convertidos en ciudadanos al final de su periodo de servicio, además de asegurarse su lealtad durante la duración de este. Tras completar dicho periodo de servicio, el auxiliar conoce el ejercito romano al detalle, con sus virtudes y sus puntos débiles. Esto puede convertir a un antiguo auxiliar en un enemigo peligroso si decide volver con su pueblo y utilizar esos conocimientos contra Roma. La vez que mas cerca ha estado Roma de la derrota fue en el 90 a. C., cuando sus aliados se rebelaron y tuvo que enfrentarse con un enemigo que usaba armas, armaduras, disciplina y entrenamiento idénticos a los suyos. Pero incluso cuando actúan individualmente, los auxiliares pueden llegar a ser peligrosos, como demuestra esta galería del terror:

 

133 a. C. Yugurta sirvio a las ordenes del general Escipion Emiliano en Hispania, distinguiéndose en el asedio a Numancia. Después usurparía el trono de Numidia. Tras varios anos de guerra contra los romanos -en la que obligo a rendirse al ejercito de Aulo Albino- fue finalmente derrotado por Cayo Mario.

73 a. C. Espartaco.  Aparentemente miembro de una unidad de auxiliares tracios al servicio de Roma, Espartaco se dedico al bandolerismo tras su licencia. Tras ser capturado y sentenciado a muerte en la arena, logro escapar y organizo un ejercito de esclavos fugados y de desposeídos en Italia. Saqueo toda la península por delante y por detrás hasta su derrota a manos de Licinio Craso, que mas tarde ocuparía el cargo de triunviro.

9 d. C. Arminio . Su traición resulto especialmente dolorosa, porque como jefe de la tribu de los queruscos tenia el rango ecuestre y era oficial de auxiliares. Contaba con la confianza de Quintilio Varo, y se aprovecho de la misma para organizar una emboscada que barrio a tres legiones en el Bosque de Teotoburgo. Arminio moriría mas tarde en una batalla entre distintas facciones de su liberado pueblo.

17 d. C. Tacfarinas . Antiguo soldado de los cuerpos auxiliares, Tacfarinas se dedico al bandolerismo tras su licencia, convirtiéndose en un dolor de cabeza para los romanos en Numidia. Se enviaron muchos ejércitos en busca de sus móviles guerrilleros, pero los romanos tardaron anos en poder arrinconarlo y matarlo en Auzia.

69 d. C. Cayo Julio Civilis.  A pesar de ser ciudadano romano, indujo a una unidad entera de auxiliares batavos a traicionar a Roma junto con otras unidades de auxiliares galos. Estas tropas sitiaron a los desmoralizados legionarios de Castra Vetera, en el Rin, convenciendo a algunos para que desertaran. La revuelta fue finalmente sofocada por el ejercito romano al mando de Ptellio Cerialis, pero Civilis mantuvo una posición lo bastante fuerte como para imponer una paz negociada, tras lo que desapareció de la historia.


LUCIO CORNELIO SILA ILUSTRA A SU HIJO SOBRE LAS MUJERES


En nuestro mundo romano las mujeres son distintas de los hombres. Y  las hembras no se les da otra opción que tener que hacer lo que se les dice su paterfamilias, porque así lo estipula la ley romana. La única razón por la que el paterfamilias carga con el  gasto de las hijas es porque puede valerse de ellas para mejorar su situación o la de su hijo. Si no, ¿para qué alimentarlas y vestirlas durante dieciocho años? Hay que darles una buena dote y eso el padre de familia lo hace a fondo perdido. Mira, hijo mío, a las chicas sólo se las utiliza para obtener ventajas. Aunque, oyendo gritar a tu hermana como se opone a casarse con el chico que yo he elegido para ella, no sé si no tenían más razón en la época antigua, cuando a las niñas las ahogaban en el Tíber.




Tienes que entender que las mujeres son seres inferiores, joven Lucio Cornelio. Tejen sus ilusiones en las telas, no en el telar del tiempo. No tienen ninguna importancia en el mundo; no hacen la historia, ni gobiernan. Las cuidamos porque es nuestra obligación y las protegemos contra las preocupaciones, la pobreza, las responsabilidades... Por eso, si no mueren al dar a luz, viven más que los hombres. A cambio de eso, nosotros les exigimos obediencia y respeto.

OVIDIO DICE SOBRE EL AMOR




Seré una cautiva que sigue a su vencedor, no es una mujer que sigue a su marido.


CARTA DEL CÓNSUL PUBLIO RUTILIO RUFO A CAYO MARIO


Hemos tenido un invierno inquietante y una primavera en la que ha imperado el pánico. Los germanos por fin se han puesto en movimiento y han penetrado al sur de nuestra provincia por el curso del río Rhodanus. Se han estado recibiendo cartas urgentes de nuestros aliados galos y eduos desde finales del año pasado diciendo que sus indeseados huéspedes, los germanos, iban a ponerse en marcha. Luego, en abril, llegó la primera delegación edua a decirnos que los germanos habían limpiado los graneros de eduos y ambarres para cargar sus carros. Sin embargo, habían dicho que se dirigían a Hispania, y los del Senado, que creen más prudente quitar importancia a la amenaza germana, difundieron en seguida la noticia.

 

Suerte que Escauro no es de éstos, ni tampoco Cneo Domicio Ahenobarbo. Así que, poco después de que Cneo Malí o y yo iniciásemos el consulado, hubo una numerosa facción que nos instó a reclutar un nuevo ejército para caso de urgencia y a Cneo Malio se le encomendó reunir seis legiones.


Sí, ya sé, ya sé. No te enfades, Cayo Mario, y déjame exponerte la situación antes de que empieces a pisotearme la cabeza, ¡y no me refiero a esa masa de hueso y carne de encima de los hombros! Sé que por derecho me habría correspondido reclutar y mandar ese ejército, lo sé muy bien. Soy el primer cónsul, tengo una larga y fructífera carrera militar y hasta cierto grado de fama porque por fin se ha publicado mi manual bélico. Mientras que mi colega Cneo Malio casi no tiene experiencia.

 

¡Pues todo es culpa tuya! Mi relación contigo es bien sabida y creo que tus enemigos en la cámara antes prefieren que Roma perezca en un aluvión de germanos que satisfacerte a ti y a los tuyos en modo alguno. Así que, Metelo el Meneítos, el Numídico, se puso en pie y efectuó un magnífico discurso diciendo que yo era demasiado viejo para mandar un ejército y que se sacaría mayor provecho de mis innegables talentos dejándome el gobierno de Roma. 


Le siguieron como borregos que van tras el que los lleva al matadero y aprobaron los decretos al efecto. ¿Por qué no me enfrenté a ellos?, te oigo decir. ¡Oh, Cayo Mario, yo no soy como tú! Yo no tengo ese arranque de odio destructor que tú sientes por ellos ni tu fenomenal energía. Así que me he contentado con insistir en que a Cneo Malio se le den unos legados veteranos aptos y con experiencia, y al menos esto se ha hecho. Tiene a Marco Aurelio Escauro de ayudante: sí, he dicho Aurelio, no Emilio, pues lo único que tiene en común con nuestro amigo de la cámara es el cognomen. No obstante, sospecho que su capacidad militar es mucho mayor que la del famoso Escauro. ¡Eso espero para bien de Roma y de Cneo Malio!

 

En definitiva, Cneo Malio lo ha hecho bastante bien. Optó por reclutar entre el censo por cabezas y puso como ejemplo tu ejército africano como prueba de la efectividad de los proletarios. A finales de abril, cuando llegaron las noticias de que los germanos se dirigirían hacia el sur, penetrando en nuestra provincia, Cneo Malio disponía ya de seis legiones, todas de romanos o de proletarios latinos. Pero luego llegó la delegación de los eduos, y por primera vez el Senado dispone de un cálculo seguro del número de germanos que componen esta migración. Hemos sabido, por cierto, que los germanos que mataron a Lucio Casio en Aquitania, y cuyo número creíamos que totalizaba un cuarto de millón, eran en realidad tres veces menos. Así que, según los eduos, unos ochocientos mil germanos, entre guerreros, mujeres y niños, se dirigen actualmente hacia la costa de la Galia y el mar Mediterráneo. Es increíble, ¿verdad?


La cámara autorizó a Cneo Malio a reclutar otras cuatro legiones para que su ejército tenga un total de diez legiones y cinco mil soldados de caballería. Por entonces ya se había difundido por toda Italia la noticia de la llegada de los germanos, pese a los esfuerzos del Senado por calmar los ánimos. Estamos muy preocupados, sobre todo porque hasta la fecha no los hemos vencido en ningún combate. Desde tiempos de Carbo todo han sido derrotas. Y hay quienes dicen ahora, sobre todo entre la gente ordinaria, que nuestro famoso refrán de que seis buenas legiones romanas vencen a un cuarto de millón de bárbaros indisciplinados es pura merda. Ya te digo, Cayo Mario, toda Italia está atemorizada. Y yo no se lo reprocho.

 

Supongo que, debido al temor generalizado, varios aliados itálicos han cambiado su política de los últimos años y han aportado voluntariamente tropas al ejército de Cneo Malio. Los samnitas han enviado una legión de infantería con armamento ligero y los marsos han aportado una magnífica legión de infantería al estilo romano. Contamos con una legión mixta de Umbría, Etruria y Piceno. Así que, como podrás imaginarte, nuestros padres conscriptos están como el gato que ha cazado un ratón, pagados de si mismos y muy satisfechos. De las cuatro legiones suplementarias, tres las pagan y mantienen los aliados itálicos.


Todo eso es positivo, pero hay un aspecto negativo, claro. Tenemos una escasez abrumadora de centuriones, lo cual quiere decir que ninguna de las nuevas tropas de proletarios alistadas han recibido instrucción adecuada y la única legión de este tipo de las cuatro últimas va casi sin preparación. Su legado Aurelio sugirió que Cneo Malio repartiese a los centuriones veteranos uniformemente entre las siete legiones de proletarios, teniendo en cuenta que no más del cuarenta por ciento de todos ellos han tomado parte en combate real. Los tribunos militares son buenos y hay bastantes, pero no necesito decirte que son los centuriones quienes mantienen la coherencia de centurias y cohortes.

 

Con toda sinceridad, temo lo que pueda pasar. Cneo Malio no es mala persona, pero no le veo capaz de guerrear contra los germanos. Es una opinión que el propio Cneo Malio me corroboró cuando se puso en pie en la cámara a finales de mayo y dijo que no podía asegurar que toda su tropa supiera lo que se debe hacer en el campo de batalla. ¡Siempre hay quienes no saben qué hacer en el campo de batalla, pero uno no se pone en pie en el Senado a decirlo!


¿Y qué hizo el Senado? Enviar órdenes a Quinto Cepio en Narbo para que se trasladase inmediatamente con su ejército al Rhodanus y se uniese al de Cneo Malio en cuanto éste llegue allí. Por una vez el Senado no aplazó una decisión y el mensaje salió por correo a caballo y en menos de dos semanas de Roma a Narbo. Ayer recibimos su respuesta. ¡Y vaya respuesta!


Naturalmente, las órdenes senatoriales decían que Quinto Cepio se subordinase con sus tropas al imperium del cónsul del año. Todo perfectamente normal y legal. El cónsul del año pasado tiene imperium proconsular, pero en cualquier empresa conjunta es el cónsul del año el que asume el mando.

 

¡Ah, Cayo Mario, pero eso no le apetecía a Quinto Cepio! ¿Pensaba sinceramente la cámara que él, un Servilio patricio descendiente directo de Cayo Servilio Ahala, iba a avenirse a ser subordinado de un advenedizo y hombre nuevo que no tiene efigies de antepasados en sagrarios ancestrales, que un hombre ha llegado al consulado sólo porque nadie de mejor linaje se ha presentado a la elección? Hay cónsules y cónsules, decía Quinto Cepio. ¡Te juro que eso es lo que alegaba! En su año hubo bastantes candidatos, pero este año lo más que pudo presentar Roma fue un noble menor arruinado (yo) y un presuntuoso nuevo rico con más dinero que gusto (Cneo Malio). Así que, Quinto Cepio concluía su carta diciendo que desde luego marcharía inmediatamente hacia el Rhodanus, pero que cuando llegase esperaba encontrar un correo senatorial que le aguardase con la noticia de que se le nombraba comandante supremo de ese ejército mixto. Y añadía que con Cneo Malio a sus órdenes todo iría estupendamente.

 

¡Qué carta tan larga! Pero es que no habrá quien te explique las cosas con tanta sinceridad, y debes saberlas. La carta de Quinto Cepio estaba dirigida a Escauro, príncipe del Senado, y no a mí, y, naturalmente, ya conoces a nuestro querido Marco Emilio Escauro. Leyó la horrenda carta ante el Senado con patentes muestras de sádica satisfacción. Realmente, babeaba. ¡Ah, y puso los perros en danza! Hubo rostros congestionados, puños alzados y una gresca entre Cneo Malio y Metelo el Meneitos, que yo interrumpí llamando a los lictores del vestíbulo de la Curia, iniciativa que a Escauro no le gustó. ¡Oh, qué día para Marte! Lástima no haber podido embotellar aquella ardiente atmósfera para haber arrojado contra los germanos el arma más ponzoñosa con que cuenta Roma.


El resultado es que, efectívamente, habrá un correo esperando a Quinto Cepio a orillas del Rhodanus, pero las nuevas órdenes serán exactamente iguales que las anteriores. Tiene que ponerse a las órdenes de Cneo Malio Máximo, cónsul del año legalmente elegido. Es una lástima que el necio se atribuyese un cognomen como Máximo, ¿no? Algo así como regalarse una corona de hierba cuando te han salvado tus hombres y no al revés. No sólo es el colmo ese autobombo, sino que, además, cuando no se es un Fabio, lo de Máximo es de una presunción insoportable. Claro, él sostiene que su abuela era una Fabia Máxima y que su abuelo lo usaba, pero yo sé que no es cierto. Y dudo mucho lo de Fabia Máxima.

 

Bien, aquí me tienes, como un corcel de guerra que ha vuelto al prado, deseando encontrarme en la piel de Cneo Malio y, por el contrario, agobiado por cruciales decisiones, como, por ejemplo, si podemos dar este año una nueva capa de pez a los silos estatales después de haber pagado el equipamiento de siete nuevas legiones de proletarios. ¿Querrás creer que con toda Roma no hablando más que de los germanos, la cámara estuvo discutiendo ese tema ocho días? ¡Es para volverse loco!


Pero tengo una idea y voy a ponerla en práctica. Venzamos o nos derroten en la Galia, la voy a poner en práctica. Como en toda Italia no queda un solo hombre que llegue a la altura del zapato a ningún centurión, voy a reclutar instructores militares en las escuelas de gladiadores. Capua está llena de escuelas de gladiadores, y de las mejores. Así que, ¿no es lo más acertado, dado que Capua es el campamento base de nuestras nuevas tropas? Si Lucio Tidlipus puede contratar suficientes gladiadores para dar un gran espectáculo en los funerales de su abuelo, más lo necesita Roma. Y al mismo tiempo, te digo que voy a seguir reclutando del censo por cabezas.


Ya te mantendré informado. ¿Qué tal van las cosas en la tierra de los comedores de lotos, las sirenas y las islas encantadas? ¿Aún no has conseguido ponerle los grilletes a Yugurta? Seguro que ya falta poco. Metelo el Meneitos está un poco nervioso estos días porque no acaba de decidirse en si arremeter contra ti o contra Cneo Malio. Naturalmente, pronunció un magnífico discurso a favor de que diesen el mando a Quinto Servilio y me procuró el inopinado placer de hundirle la argumentación con unas cuantas flechas.


¡Por los dioses, Cayo Mario, cómo me deprimen! ¡No hacen más que proclamar las proezas de sus malditos antepasados, cuando lo que Roma necesita ahora es un genio militar de carne y hueso! Date prisa y vuelve a Italia. Te necesitamos, porque yo no puedo enfrentarme a todo el Senado; no puedo.

 

POSTDATA.- Por cierto, se han producido un par de curiosos incidentes en Campania. No me gusta nada, aunque tampoco acierto a ver por qué se han producido. A principios de mayo hubo una revuelta de esclavos en Nuceria, que fue fácilmente sofocada y cuya consecuencia ha sido la ejecución de treinta pobres criaturas de todos los rincones del mundo. Pero luego, hace tres días, volvió a estallar otra revuelta, esta vez en un gran campo de las afueras de Capua, para esclavos varones de baja calidad, en el que aguardaban la venta a compradores que necesitaban un centenar para mano de obra en muelles, canteras o para el empuje de ruedas. Esta vez participaron unos doscientos cincuenta esclavos. Fue sofocada rápidamente ya que cerca de Capua había varias cohortes recién reclutadas. Unos cincuenta revoltosos perecieron en la lucha y al resto se los ejecutó inmediatamente. Pero no me gusta, Cayo Mario. Es mal augurio. En este momento, los dioses no están de nuestro lado. Lo noto.

 


POSTDATA.- En este momento me llegan malas noticias para ti. Cuando mi carta ya estaba lista para que Marco Granio de Puteoli la llevase en su nave más rápida que zarpará a finales de semana para Utica, he preferido decirte lo que ha sucedido. Tu querido suegro, Cayo Julio César, murió esta tarde. Como sabes, hacía tiempo que padecía una malignidad en la garganta. Y esta tarde se echó sobre su espada. Estoy seguro de que estarás de acuerdo en que ha elegido la mejor alternativa. Nadie debe constituir una carga para sus seres queridos, y más cuando se ve mermado en su dignidad e integridad de ser humano. ¿Quién de nosotros prefiere aguardar la muerte cuando la vida le obliga a yacer en sus propios excrementos o a que un esclavo le limpie esos excrementos? No, cuando un hombre es incapaz de dominar su vientre o su garganta, debe eliminarse. Yo creo que Cayo Júlio habría optado por hacerlo antes, de no haber sido porque estaba preocupado por su hijo menor, que como creo que ya sabrás, se casó hace poco. Hace tan sólo dos días fui a ver a Cayo Julio y pudo susurrarme en medio de su ahogo que se habían disipado sus dudas respecto al matrimonio del joven Cayo Júlio, porque la hermosa Aurelia -si, ya sé que es mi adorada sobrina- era la mujer ideal para su hijo. Así que ave atque vale, Cayo Julio César.

( C. McC. )



MARCO AURELIO DICE SOBRE SOPORTAR



A nadie le acontece cosa alguna que no sea, por naturaleza, capaz de soportar.



EPÍCTETO DICE SOBRE EL DESEO



No pretendas que las cosas sean como las deseas; deséalas como son.