Aprendamos a apoyarnos en nuestros propios miembros, a no acomodar nuestro
comer y nuestro vestir a las exigencias de los nuevos usos, sino ajustándolos a
la usanza de nuestros mayores;
aprendamos a aumentar la continencia, a refrenar la lozanía, a templar el deseo
de gloria, a mitigar la ira, a mirar con buenos ojos la pobreza, a practicar la
frugalidad, aunque muchos de ella se avergüencen.
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