Tened
cuidado con el romano Lucio Cornelio Sila, mi apreciado y poderoso suegro. En Zeugma
del Éufrates concluyó un tratado de amistad con el sátrapa Orobazus de Seleucia
del Tigris en nombre de mi soberano el rey Mitrídates de los partos.
Entre
ambos me han atado de manos, amado rey del Ponto. Según los términos del tratado,
tengo que permanecer al este del Éufrates y no osar desobedecer mientras ese
viejo tirano que lleva vuestro nombre siga en el trono de los partos. Setenta
valles pagó mi reino por mi regreso, y si desobedeciera me arrebatarían otros
setenta.
Pero
no debemos desesperar. Como os he oído decir, aún somos jóvenes y tenemos tiempo
para ser pacientes. Este tratado entre Roma y el reino de los partos me ha decidido
y voy a expansionar a Armenia. Para vos los territorios que mencionasteis de
Capadocia, Paflagonia, la provincia de Asia, Cilicia, Bitinia y Macedonia. Para
mi, el sur de Siria, Arabia y Egipto. Y, naturalmente, el reino de los partos.
Pues Mitrídates, el viejo rey de los partos, morirá, y preveo que se producirá
una guerra por la sucesión, pues ha sojuzgado a sus hijos igual que me sojuzga a
mi, no favorece a ninguno y los atormenta con amenazas de muerte, llegando a
veces a matar a alguno para que los demás se sometan. Por eso no hay ningún
respeto de ningún hijo respecto a otro, lo cual es peligroso cuando muera el
viejo rey. Yo os juro, honrado y estimado suegro, que en el momento en que
estalle la guerra interna entre los hijos del rey de los partos, aprovecharé la
oportunidad y atacaré en Siria, Arabia, Egipto y Mesopotamia, pero hasta
entonces proseguiré mi labor de construir Tigranocerta.
REY TIGRANES DE ARMENIA |
Una
cosa más tengo que comunicaros respecto a la reunión entre Orobazus y Lucio Cornelio
Sila. Orobazus ordenó al adivino caldeo Nabopolosor leer la palma de la mano y
el rostro del romano. Bien, yo conozco los vaticinios de este Nabopolosor, cuyo
hermano es adivino del propio rey de reyes, y os digo, grande y sabio suegro,
que es un vidente que nunca se equivoca. Cuando hubo examinado la mano y el
rostro de Lucio Cornelio Sila se postró en tierra humillándose ante él como
únicamente lo hace ante el rey de reyes. ¡Y luego dijo a Orobazus que Lucio
Cornelio Sila era el hombre más grande del mundo! Desde el río Indus hasta el
río del océano, le dijo. Y yo sentí gran temor. Igual que Orobazus. Con toda
razón. Cuando regresaron a Seleucia del Tigris, se encontraron con el rey y
Orobazus le comunicó inmediatamente lo que había sucedido, incluidos detalles
que le había dado el romano sobre nuestras actividades, poderoso suegro. E
incluyendo la opinión del romano de que vos tenéis ambiciones de conquista del
reino de los partos. El rey Mitrídates lo ha tomado muy en cuenta y me vigila, aunque
lo único que me consuela es que ha mandado ejecutar a Orobazus y a Nabopolosor
por honrar más a un romano que a su rey. Sin embargo, ha decidido cumplir el
tratado, escribiendo a Roma a tal efecto. Parece que el viejo lamenta no haber
visto en persona a Lucio Cornelio Sila. Yo sospecho que, de haberlo podido
hacer, habría dado trabajo a su verdugo. Lástima que estuviese en Ecbatana.
Sólo
el futuro nos mostrará nuestro destino, queridísimo y admiradísimo suegro.
Puede que Lucio Cornelio Sila no vuelva más a Oriente y que su grandeza quede
circunscrita a Occidente.
Y puede también que un día sea yo quien asuma el título de rey de reyes. Sé que
esto no significa nada para vos, pero para quien se ha criado en las cortes de Ecbatana,
Susa y Seleucia del Tigris lo es todo.
Mi
querida esposa, vuestra hija, se encuentra muy bien. Nuestros hijos están bien.
Ojalá pudiera informaros de que nuestros planes van bien, pero, de
momento, no es así.
( C. McC. )
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