ASALTO A LOS MUROS
No importa cuantos sean los atacantes, llegara un
momento en el que se trate del primer asaltante en llegar a lo alto de la
muralla contra todos los defensores juntos. Este legionario recibe automáticamente
un premio (la corona muralis), pero a no ser que sus compañeros lleguen a
ayudarlo rápidamente este sera inevitablemente concedido a titulo póstumo.
Generalmente, para alcanzar la cima de la muralla se emplean dos técnicas.
ESCALAS
Los legionarios son dolorosamente conscientes de que
un oponente testarudo o un general demasiado impaciente terminara acabando por
obligarles a trepar el muro. No hace falta esforzarse demasiado para imaginarse
lo peligroso que resulta subir por una escala cuando la muralla esta repleta de
defensores furiosos, por lo que los legionarios prefieren no pensar demasiado
en el asunto.
A la hora de sobrepasar los muros de una ciudad
enemiga hay que tener en cuenta dos factores fundamentales: la trigonometría básica
y la regla del 12:10. La trigonometría se usa para calcular la altura de la
muralla (midiendo la longitud de la sombra de la misma, aunque si sus
constructores han sido tan amables de usar bloques regulares de piedra, basta
con contar las hiladas). Una vez que la altura de las murallas ha sido
determinada, se usa la regla del 12:10 para establecer la longitud que deben
tener las escalas: 12 codos de longitud por cada 10 codos de altura de la
muralla. Esto es importante. No hace falta explicar que una escala que se quede
corta por dos metros es completamente inútil, pero quizás no sea tan obvio que
una escala demasiado larga puede ser incluso peor. Lo ideal es que las escalas
queden mas o menos treinta centímetros por debajo de la cima de la muralla. Si
es mas larga, el defensor podrá empujarla (a veces con un palo en forma de
horquilla, fabricado precisamente con ese propósito) y una docena de
legionarios se ira al suelo con un sensacional estrépito.
Al mismo tiempo, el equipo de combate completo pesa
mucho. Si se intenta colocar una escala que sea demasiado larga a la distancia
justa sobre el muro dándole mayor inclinación es muy probable que se parta por
la mitad cuando este cargada de legionarios. Y otra vez por los suelos.
TORRES DE ASEDIO
Teniendo en cuenta esta perspectiva, un grupo de
asalto que cuente con el apoyo de una torre de asedio puede considerarse
afortunado. Estas monstruosidades -algunas llegan a tener seis pisos de altura-
son el equivalente a edificios acorazados y con ruedas. Los inquilinos de los
pisos superiores forman una masa de artilleros, arqueros y honderos cuyo
trabajo consiste en que no quede nadie vivo en los parapetos para cuando los
legionarios hayan empujado la torre hasta las murallas y suban por las escaleras
para acabar de ocuparla. Las torres de asedio deben ser resistentes al impacto
de chorros de aceite hirviendo, flechas incendiarias y algún que otro proyectil
de catapulta (el ingeniero Apolodoro sugiere el uso de intestinos de vaca
curados como mangueras para el sistema de extinción de incendios). Todas estas
medidas de protección pueden, sin embargo, resultar inútiles si el enemigo es
lo bastante astuto como para desviar el agua de la ciudad y crear un lodazal
justo enfrente de las murallas, o para excavar una mina y conseguir que uno de
los lados de la torre se hunda en el terreno, derribándola, cuando apenas le
falten por recorrer unos pocos metros para llegar a su objetivo.
RESUMEN DE UN ASEDIO
1.- Pásate días o semanas construyendo cosas mientras
el enemigo te arroja objetos punzantes.
2.- Enfréntate a las ocasionales salidas con las que
el enemigo intentara quemar o demoler lo que acabas de construir.
3.- Cuando se de la señal de ataque, avanza entre
masas de flechas, proyectiles de honda y chorros de aceite hirviendo.
4.- Súbete a
una escala para pelearte con un gran numero de sujetos que albergan una furia
homicida contra ti.
5.- Baja de las torres y las murallas por las escaleras,
en una lucha peldaño por peldaño, hasta llegar al nivel del suelo.
6.- Encárgate de los últimos defensores, esta vez en
una lucha casa por casa, mientras las señoras te tiran ladrillos y tejas a la
cabeza (Pirro de Epiro perdió la vida a causa de un ladrillazo de estos durante
la consecución de su ultima victoria. Fue efectivamente una victoria pírrica).
Por favor, ten en cuenta que para este momento es mas
que probable que la ciudad este ardiendo -accidental o intencionadamente- por
lo que estos últimos combates tendrán lugar entre edificios en llamas que
pueden desplomarse sobre tu cabeza en cualquier momento.
Dadas todas estas circunstancias no debe resultar
sorprendente que, para cuando hayan tomado la ciudad, los soldados estén para
pocas bromas. Durante el saqueo de una ciudad ocurren cosas terribles, pero un
general inteligente dejara rienda suelta a sus hombres durante horas, o durante
días, antes de llamarlos al orden; fundamentalmente porque es muy probable que
lo ignoren completamente si lo hace antes.
Tras ello, los romanos se dedicaran a saquearlo todo metódicamente,
de forma muy romana. Normalmente, los que hayan sobrevivido a la furia asesina
que sigue al asalto serán capturados y vendidos como esclavos. El botín se reúne
para ser distribuido equitativamente mas tarde. Dependiendo de las
circunstancias, es posible que la legión aun permanezca en la ciudad una semana
mas o menos, derribando las murallas y devastando aquellas zonas del paisaje
que aun no hayan sido devastadas por las partidas de aprovisionamiento. Después,
menos numeroso pero considerablemente mas rico, el ejercito reemprende la
marcha.
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