Me
apena, Cneo Pompeyo, verme obligado por decisión del Senado a enviarte a tu primo
Rufo en estas circunstancias. Nadie aprecia mejor que yo los numerosos
servicios que has rendido a Roma. Y nadie sabe mejor que yo que puedes rendirle
a Roma otro gran servicio de indecible importancia para nuestras carreras.
Nuestro
mutuo colega, Quinto Pompeyo, es un hombre muy afectado. Desde la muerte de su
hijo -mi yerno y padre de mis dos nietos- nuestro pobre amigo ha experimentado
un alarmante decaimiento. Como su presencia en Roma es un grave inconveniente,
me he visto obligado a enviarle fuera. Sucede que no se aviene a aprobar las
medidas que me he visto obligado - obligado, repito- a adoptar en defensa del mos
maiorum.
Como
sé, Cneo Pompeyo, que tú apruebas plenamente estas medidas, dado que te he mantenido
informado y nos hemos comunicado asiduamente, considero muy sinceramente que Quinto
Pompeyo necesita urgentemente un prolongado descanso. Y espero que lo tenga ahí
en Umbría a tu lado.
Espero
que me perdones por haberle contado a Quinto Pompeyo tus fervientes deseos de ser
relevado del mando antes de licenciar a tus tropas. Para él ha sido un desahogo
saber que le recibirías con los brazos abiertos.
( C.
McC. )
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