martes, 27 de enero de 2015

HAMBRUNA POR FALTA DE GRANO EN ROMA


El segundo cónsul y flamen martialis, Lucio Valerio Flaco, se encontró con los silos - al pie del Aventino contiguo al puerto de Roma- vacíos y con cantidades exiguas en los graneros privados del Viscus Toscus. Estas exiguas cantidades, dijeron los mercaderes a Flaco y a sus ediles, se venderían a más de cincuenta sestercios por modius de trece libras. Y las familias del proletariado apenas podrían pagar la cuarta parte de aquel precio. No escaseaban otros alimentos más baratos, pero la carestía del trigo hacía subir los precios de todo lo demás debido al aumento del consumo y a la limitada producción. Y los estómagos acostumbrados al buen pan no se contentaban con gachas y nabos, que eran los artículos más socorridos en época de carestía. Los que estaban fuertes y sanos sobrevivían, pero los viejos, los débiles, los niños y los enfermizos solían perecer.

 

En octubre, el proletariado comenzaba a agitarse y la población de Roma empezó a atemorizarse, porque la perspectiva de convivir con un proletariado sin nada que comer era algo temible. Muchos ciudadanos de la tercera y cuarta clase, para quienes resultaba oneroso comprar un trigo tan caro, comenzaron a hacer acopio de armas para defender sus despensas de las depredaciones de los más necesitados.


( C. McC. )


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