San Martín de Tours (Sanctus Martinus Turonensis en latín), o San
Martín de Loba (Sabaria, Panonia; actual Szombathely, Hungría, 316-Candes,
actual Candes-Saint-Martin, Francia, 397), fue un obispo católico de Tours
elevado a santo y patrono de numerosas localidades. Se trata de un santo
enormemente popular, puesto que desde muy antiguo existen por todo el mundo
cristiano numerosas iglesias y basílicas colocadas bajo su advocación, siendo
una de las más destacadas la propia basílica situada en su ciudad original. La
misma palabra "capilla" procede de la popular leyenda que acompaña
siempre a este santo en toda su iconografía.
Nació en el año 316 en la actual Szombathely, Hungría, en el seno
de la familia de un oficial del ejército romano, siendo bautizado en el año
334. Recibió su educación en Pavía, e ingresó con 15 años en la guardia
imperial romana.
La leyenda más famosa en torno a su vida sucedería hacia el año
337. Estando Martín en Amiens, encontró cerca de la puerta de la ciudad a un
mendigo tiritando de frío; enseguida, sacó la espada, rasgó su capa de soldado
y le dio la mitad para que se abrigara, declarándole que no podía dársela
entera porque la capa pertenecía al ejército romano, en el que servía. Esa
misma noche soñó con Jesucristo vestido con la media capa y diciéndole a una
multitud de ángeles que le rodeaba: «Martín, siendo todavía catecúmeno, me ha
cubierto con este vestido». Esta es la escena que iconográficamente se ha
preferido para representar a San Martín. Además, a partir de las numerosas
iglesias que después reclamarían guardar una reliquia de este trozo de capa, se
acabó por popularizar el término capilla en todo el mundo occidental para
denominar a los mismos lugares de culto cristiano.
Martín,
hijo de un tribuno romano, nació en Sabaria, en Panonia, hacia el 315. A los
quince años ya vestía el uniforme militar. El episodio del manto hay que
colocarlo en este periodo, porque a los 18 años recibió el bautismo y abandonó
la milicia para seguir a San Hilario de Poitiers, su maestro. Después de un
breve noviciado de vida eremítica en la Isle Galinaria, Martín fundo dos
monasterios: Ligugé, el más antiguo de Europa, y Marmoutier, que se convertiría
en un gran centro de vida religiosa.
Este suceso provocó un cambio profundo en Martín, que al final
decidió dejar el ejército romano en el año 356, mientras se encontraba en
Worms, Alemania, para poder dedicar el resto de su vida a servir
exclusivamente a Cristo.
Se unió entonces a los discípulos del obispo Hilario en la ciudad
de Poitiers, en la provincia romana de la Galia (actual Francia). Poco después,
Hilario tuvo que exiliarse y, tras su partida, Martín emprendió un largo viaje
que le llevó de regreso a su pueblo natal, donde consiguió convertir al
cristianismo a su madre, pero no a su padre.
Desde allí partió en dirección a Milán, donde entró en contacto
con un grupo de hombres que llevaban una vida de retiro, oración y ascetismo.
Al poco tiempo fue expulsado por el obispo Auxencio, que era seguidor de
las doctrinas de Arrio. Entonces se trasladó a la isla Gallinara,
frente a la costa de Génova, donde llevó una vida ascética junto con otro
compañero.
Hacia el año 361 se enteró del regreso del obispo Hilario, y se
trasladó de nuevo a Poitiers para reencontrarse con él. Allí Hilario le ordenó
diácono y después presbítero. Decidido a llevar una vida religiosa, se instaló
en el cercano lugar de Ligugé, donde levantó el primer monasterio conocido de
Europa, permaneciendo en él durante diez años.
En el año 371 es nombrado obispo de la ciudad gala de Tours. Su vida pastoral se caracterizó por la evangelización y la lucha contra las costumbres paganas. Combatió con firmeza las doctrinas del predicador hispano y después obispo Prisciliano, cercanas al gnosticismo y al maniqueísmo. Pero cuando este fue finalmente detenido en el año 385, Martín acudió a Tréveris ante el emperador Magno Máximo para evitar que fuese sentenciado a muerte.
Otros obispos prestigiosos del orbe cristiano (Ambrosio
de Milán, el papa Siricio) también intentaron lo mismo. Sin embargo, el obispo
lusitano Idacio de Mérida logró inclinar el parecer del emperador hacia un
castigo severo y ejemplar; y Máximo, acusando a Prisciliano de brujería, ordenó
finalmente que fuese ejecutado por decapitación, junto con varios de sus
seguidores. Martín, afligido y enfadado por este episodio, rompió sus
relaciones con Idacio. Pero más tarde tuvo que reconciliarse con él, cuando el
poderoso emperador Teodosio se lo exigió como condición a cambio de
terminar con las ejecuciones de priscilianistas.
Después
del paréntesis contemplativo, siguió el activo: Martín, elegido obispo de
Tours, se convirtió en el grande evangelizador de Francia. Había sido, como se
dice, soldado sin quererlo, monje por elección y obispo por deber. En los 27
años de vida episcopal se ganó el amor entusiasta de los pobres, de los
necesitados y de cuantos sufrían injusticias, pero no era bien visto por los de
su clero que querían vivir tranquilamente. De hecho fue acusado por un
sacerdote llamado Bricio. Su respuesta fue proverbial: “¿Si Cristo soportó a
Judas, por qué no debería yo soportar a Bricio?”
Martín fundó, a unos tres kilómetros de Tours, una comunidad que
fue denominada Maius Monasterium, y hoy conocida como Marmoutier, donde se
llegarían a juntar unos 80 monjes, algunos de los cuales serían luego obispos.
Durante veinticinco años, Martín viajó por las regiones de Turena,
Chartres, París, Autun, Sens y Vienne.
Quien sería su biógrafo principal, Sulpicio Severo, conoció
personalmente a Martín en los últimos años de su vida.
El obispo Martín murió el 8 de noviembre del 397 en Candes, durante una visita pastoral. Sus funerales, que tuvieron lugar tres días después, fueron una verdadera apoteosis; en ese día, el 11, se conmemora su memoria. Se puede considerar como el primer santo no mártir con fiesta litúrgica. Esa fecha quedó también como punto de referencia en los contratos de arrendamientos, de terrenos, de compraventas, en el mundo agrícola: “el nuevo vino se bebe en San Martín”, se dice todavía hoy en muchas regiones de Italia y de Francia.
Al poco tiempo, se
levantó una capilla sobre su sepulcro y, con el tiempo, se construyó una
basílica. Esta fue destruida por los normandos en el siglo v, luego
reconstruida y después nuevamente destruida por los hugonotes en 1526. La
actual basílica de San Martín de Tours fue inaugurada en 1925.
La
mitad del manto que – según la leyenda – San Martín compartió con el pobre de
Amiens, se conserva celosamente en una capilla. Al custodio de la capilla se
llama “capellán”, sin ser lo, porque es el protector de la “capa” del Obispo de
Tours.
Su festividad litúrgica se celebra el 11 de noviembre. Esta fecha
coincidía en muchas regiones de España con el período de la matanza del cerdo,
y de ahí vino el origen de la expresión española «A cada cerdo le llega su San
Martín».
Santa Teresita del Niño Jesús llevaba en su breviario una estampa
de san Martín de Tours, que le recordaba la importancia del amor al prójimo.
En 2005, el Consejo Europeo aprobó la ruta de san Martín de Tours
por diversos países europeos vinculados con el santo.
San Martín de Tours es el patrono de los soldados y de numerosas
poblaciones en todo el mundo, además de uno de los patronos secundarios de
Francia y de Hungría.
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