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(…) ….ya se congrega el pueblo para ver el espectáculo
de nuestro suplicio. Ahora por la arena llevan en procesión los cuerpos que están
a punto de destruir, exhibiendo así la muerte. Ahí está sentado el editor
popular entre el pueblo porque ofrece nuestra sangre. En cuanto a mí, venido de
allende de los mares, cuya fortuna nadie conoce, ni mis orígenes, ni mi padre,
no obstante, una cosa me hace digno de piedad entre algunos espectadores, que
me ven peor preparado para la lucha que el resto de combatientes.
Verdaderamente es cierto que estoy destinado a ser víctima de la arena, nadie
de entre los combatientes resultó más barato al editor. Hay ruido por todas
partes causado por los aparatos de muerte: aquí se afila una espada, allí se
encienden fuegos para calentar las láminas de metal, acá traen bastones, allá látigos.
Creerías que estos hombres son piratas o asesinos. Suena el son funesto de las
trompetas y traen las camillas de Libitina para el funeral antes de que haya
acaecido.
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