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miércoles, 10 de mayo de 2023

domingo, 16 de abril de 2023

CÉSAR BUSCA LA PAX ROMANA CON POMPEYO

 

¡Salve, querido Cneo Pompeyo Magno!

 

Me dirijo a ti con un corazón pesado, lleno de preocupación y tristeza. Como bien sabes, somos dos grandes líderes de Roma, y nuestro imperio está en peligro. La amenaza de una guerra civil se cierne sobre nosotros, y como padre y líder, siento la responsabilidad de hacer todo lo posible para evitarla y preservar la paz y la estabilidad en nuestra amada Roma.

 

Amigo mío, la guerra no es algo que deba tomarse a la ligera. Es un conflicto violento y destructivo que causa sufrimiento y dolor a las personas. Nuestros soldados y ciudadanos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, todos sufrirían las consecuencias de una guerra civil. Las ciudades serían saqueadas, las tierras arrasadas, la economía se arruinará, y muchas vidas se perderían en el caos y la destrucción.

 

Como líderes, tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de nuestro pueblo y buscar soluciones pacíficas a nuestros desacuerdos. La guerra solo traería desolación, ruína, y sufrimiento a nuestro pueblo, y es nuestro deber evitarla a toda costa.

 

Te insto, querido Cneo, a que detengamos este camino hacia la guerra civil. Debemos buscar el diálogo y la negociación, en lugar de la violencia. Debemos escuchar y entender las preocupaciones y perspectivas del otro, y trabajar juntos para encontrar soluciones que beneficien a ambas partes y a todo el pueblo romano. No es mucho lo que pido: una legión, y un proconsulado en Illiria.

 

La historia nos ha enseñado que la guerra no es la solución a los problemas. Solo conduce a más conflicto y destrucción. Debemos aprender de los errores del pasado y buscar caminos de reconciliación y unidad en lugar de división.

 

Como líderes, tenemos la responsabilidad de ser ejemplo para nuestro pueblo. Debemos mostrarles que la diplomacia, el diálogo y la comprensión son las herramientas más poderosas para resolver conflictos y construir un futuro mejor. Debemos poner los intereses de Roma y de nuestro pueblo por encima de nuestras diferencias personales o políticas. Las cosas se tienen que hablar y debatir en el Senado, y solo teniendo meta de procurar el bienestar y la prosperidad del pueblo romano.

 

Querido Cneo, sé que tenemos diferencias y desacuerdos, pero también sé que somos capaces de encontrar una solución pacífica y justa a nuestros problemas. Te invito a que nos reunamos, que escuchemos el uno al otro y busquemos una salida que beneficie a Roma y a todos los ciudadanos.

 

La paz es un tesoro invaluable que debemos proteger y preservar. No permitamos que la guerra divida y destruya nuestra querida Roma. Juntos, como líderes responsables, podemos encontrar una solución pacífica y evitar una guerra civil que solo traerá sufrimiento y dolor.

 

Espero sinceramente que consideres mis palabras, querido Cneo. Te exhorto a que paremos y evitemos la guerra civil, y trabajemos juntos en aras de la paz y la prosperidad de nuestro amado imperio romano.

 

Con esperanza y determinación,

 

Cayo Julio César, procónsul de la Galia Comata.




martes, 21 de abril de 2020

CORNELIO TÁCITO ALABA LA PAZ DE OCTAVIO AUGUSTO




Personas inteligentes le alabaron o criticaron de diversos modos. Una opinión era la siguiente. El deber filial y la emergencia nacional, en la que no había lugar a una conducta respetuosa con la ley, le llevaron a una guerra civil —y esto no puede ser promovido ni mantenido por métodos decentes—. Hizo concesiones a Antonio y a Lépido con la finalidad de obtener la venganza sobre los asesinos de su padre. Cuando Lépido se volvió viejo y perezoso y Antonio se entregó a la auto-indulgencia, la única posible cura para un país distraído era el gobierno por un solo hombre. Sin embargo, Augusto puso en orden el país no mediante su alzamiento como rey o dictador, sino creando el principado. Las fronteras del Imperio romano estaban en el océano o en ríos distantes. Los ejércitos, provincias, flotas, el sistema entero estaba interrelacionado. Los ciudadanos romanos estaban protegidos por la ley. Los provincianos eran tratados decentemente. La propia Roma había sido embellecida profusamente. La fuerza se había usado con moderación, simplemente para preservar la paz de la mayoría.






lunes, 26 de diciembre de 2016

PLINIO DICE SOBRE EL COMERCIO

MAPA DE LA ECONOMÍA EN EL IMPERIO ROMANO

El comercio florecía en el Imperio Romano y Plinio estaba convencido de que era beneficioso para todos, diciendo:

 

"Ahora que se han creado comunicaciones en todo el mundo gracias a la autoridad del Imperio romano, las condiciones de vida han mejorado gracias al intercambio de bienes y a la asociación en el gozo de la paz y a la disponibilidad general de cosas que antes nos estaban vedadas."








lunes, 27 de abril de 2015

PLENITUD Y ESPLENDOR DE LA ROMA DE OCTAVIO AUGUSTO




La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.




Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.




La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.



Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.




Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.



En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.



Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.



Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".



Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.


Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.




Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.



El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.




Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.



Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.




Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.



Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.




En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.



El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.




La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.





DIBUJOS DE LA DOMUS AUGUSTA:










RUINAS DE LA DOMUS AUGUSTA: