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lunes, 26 de diciembre de 2022

LAS SERPIENTES VENENOSAS DE ANÍBAL

 


Cuando Aníbal se hallaba desterrado de Cartago, se puso al frente de las tropas del rey Prusias de Bitinia frente a Éumenes, rey de Pérgamo. Al ver que el enemigo lo superaba en fuerzas en una batalla naval, comprendió que su única esperanza residía en capturar a Éumenes.


 Identificó la nave del rey enviando a un emisario con una carta para él, en la que aparentemente le ofrecía un tratado de paz ( aunque en realidad lo que pretendía era engañarlo). Se fijó en cuál era la nave a la que era conducido su emisario y concentró el ataque contra ella, ordenando a sus hombres distraer a las tripulaciones de los otros barcos enemigos bombardeándolos con vasijas de barro llenas de serpientes venenosas.


( Cornelio Nepote en "Aníbal") 



jueves, 24 de mayo de 2018

EL CÓNSUL CAYO FLAMINIO DECLARA LA LIBERTAD DE LOS ESTADOS GRIEGOS EN LOS JUEGOS ISTMITOS DEL 196 A. C.




Por aquel tiempo llegaron de Roma los diez comisarios que debían arreglar los asuntos de Grecia, llevando consigo el senatusconsulto relativo a la paz con Filipo, cuyos articulos decian asi: "Todos los griegos, los de Asia y los de Europa, serán libres y se gobernaran conforme a sus leyes, Filipo entregara a los romanos, antes de la fiesta de los juegos istmicos, todos los griegos que se hallan en su poder y todas las ciudades donde tiene guarnición; retirara las guarniciones de Euroma, Pedasa, Bargila, Jesse, Abidos, Thasos, Mirina y Perintha, permitiendo a estas ciudades que gocen de libertad. Tito escribirá al rey Prusias cuales son las intenciones del Senado respecto a la libertad de los cianienses. Filipo entregara a los romanos, al mismo tiempo que los prisioneros, los tránsfugas, y además los barcos de un puente, a excepción de cinco jabeques y de la galera de dieciséis bancos de remeros. Dará además, como tributo, mil talentos, la mitad  inmediatamente y la otra mitad durante diez años, a razón de cincuenta cada año. No puede explicarse cuan grande fue la confianza y la alegría de los griegos al saber este senatus-consulto. Únicamente los etolios, descontentos por no lograr lo que habían esperado, procuraban desacreditarle, diciendo que no contenía mas que palabras, y para prevenir los ánimos contra el decreto deducían maliciosamente algunas probabilidades de la forma de su redacción, diciendo que, respecto a las ciudades guarnecidas por Filipo, el senatus-consulto ordenaba dos cosas: una que retirase las guarniciones y entregara las ciudades a los romanos, y otra que, al sacar aquellas, dejara las ciudades en libertad; citando nominalmente las que habían de quedar así, que eran las de Asia; de modo que las de Europa, a saber, Orea, Eretria, Calcis, Demetriada y Corinto, deberian ser entregadas a los romanos. Fácil era comprender que en tal caso los romanos sustituían a Filipo, y Grecia no se veía libre de sus cadenas, cambiando solo de dueño. Esto era lo que los etolios decían y repetían sin cesar.

 

Flaminio y los diez comisarios fueron de Elatea a Anticira, y desde allí a Corinto, donde tuvieron frecuentes consejos sobre el estado de los negocios públicos. Para impedir el mal efecto de las noticias que los etolios hacían circular por toda Grecia, y que alarmaban a algunos, creyose obligado el cónsul a someter a deliberación este asunto, y adujo toda suerte de razones para convencer a los comisarios de que si deseaban inmortalizar el nombre romano entre los griegos, persuadiéndoles de que habían ido a aquella tierra no por propio interés, sino por la libertad de Grecia, preciso era abandonar todos los puntos ocupados, y dejar en libertad las ciudades donde Filipo tenia guarnición. Presentaba esto algunas dificultades, pues en lo tocante a las otras ciudades habían tratado el asunto en Roma los diez comisarios, recibiendo en este punto ordenes expresas del Senado, pero respecto a Calcis, Corinto y Demetriada, por la necesidad de tomar precauciones contra Antioco, dejaseles facultad de disponer de ellas según lo estimaran conveniente, con arreglo a las circunstancias, no dudándose de que Antioco se preparaba de largo tiempo atrás a invadir Europa. Flaminio logro al fin del Consejo que Corinto quedara libre y en poder de los aqueos; pero no abandonaron los romanos Acrocorinto, Demetriada y Calcis.

 

Era entonces la época en que debían celebrarse los juegos istmicos, y la curiosidad por lo que iba a suceder llevo a aquel punto, de casi todas las partes del universo, muchas personas de gran importancia. Objeto era de todas las conversaciones el futuro tratado de paz, y hablabase de él de diferente forma. Manifestaban unos que no existía dato alguno para creer se retirasen los romanos de todas las tierras y plazas que habían conquistado; otros, que abandonarían las ciudades mas celebres y guardarían en su poder las de menos fama que les procurasen las mismas ventajas, creyendo saber cuales eran, y nombrándolas en las conversaciones. Todo el mundo participaba de esta incertidumbre cuando, reunida en el estadio la multitud para presenciar la proclamación de la paz, se adelanto un heraldo, impuso silencio con un toque de trompeta y publico en alta voz lo siguiente: "El Senado romano y Tito Quinto, cónsul, tras de vencer a Filipo y los macedonios, dejan en libertad, sin guarnicion ni tributos, y para que vivan con arreglo a sus leyes, a los corintios, a los focenses, a los locros, a los eubeos, a los aqueos de Pitia, a los magnesios, a los tesalios y a los perrebios".


( Polibio )


martes, 14 de abril de 2015

LA CONQUISTA DE ORIENTE POR ROMA





Hacia el lejano Oriente

En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.




Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.




En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.



Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.




Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.



Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.




Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.




Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.




Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.



Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.




Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).

( En la foto de arriba,  Antíoco III, rey de Siria )




ANTÍOCO III, REY DE SIRIA


sábado, 28 de marzo de 2015

¿ QUIEN ERA ANÍBAL BARCA ?



El más famoso de los príncipes púnicos que dirigieron las tropas de Cartago en las guerras contra Roma. Nació en el 247 a. JC. y aprendió a guerrear en España siendo niño, y allí pasó su juventud. En el 218 a. JC. invadió Italia en un ataque relámpago que sorprendió a Roma; el paso de los Alpes (con elefantes) por el Montgénévre fue una maniobra magistral.




Durante dieciséis años anduvo a su antojo por la Galia Cisalpina y por Italia, derrotando a los ejércitos romanos en Trebia, Trasimeno y, finalmente, en Cannas, pero Quinto Fabio Máximo Verrucosis Cunctator ideó una estrategia con la que logró vencerle, consistente en acosar constantemente al ejército cartaginés pisándole los talones, pero sin entablar batalla.

                                                        LAS TROPAS DE ANÍBAL BARCA ATRAVESANDO LOS ALPES


Como Fabio Máximo siempre se hallaba cerca, Aníbal nunca cobró confianza para atacar Roma. Luego le fallaron sus aliados itálicos y la presencia de Fabio le obligó a ir cada vez más hacia el sur una vez obligado a salir de Campania. Después perdió Tarento, mientras su hermano Asdrúbal, en Umbría, sufría una derrota junto al río Metaurus.




Acorralado en Bruttium, apéndice de la península italiana, evacuó a su ejército incólume hacia Cartago en el 203 a. JC.

                                INFANTERÍA ROMANA LUCHANDO CONTRA ELEFANTES CARTAGINESES


En Zama fue derrotado por Escipión el Africano, tras lo cual, en su condición de jefe de Estado púnico, intrigó con Antioco el Grande de Siria en contra de Roma. Al final buscó asilo en la corte de Antioco, pero al someter Roma a este rey, volvió a huir y se refugió en la corte del rey Prusias de Bitinia. Cuando, en el 182 a. JC., Roma exigió a Prusias la entrega de Aníbal, éste se suicidó.

Fue un irreconciliable enemigo de Roma, a quien ésta siempre admiró y respetó.






domingo, 27 de julio de 2014

GUERRAS MACEDÓNICAS





Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente. 



Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.



Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.



El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. 



En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.



Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.).



 La legión superó a la falange, demasiado pesada.



Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. 


Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.



Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. 




Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).



Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. 



La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.



Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. 



Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.