jueves, 24 de mayo de 2018

EL CÓNSUL CAYO FLAMINIO DECLARA LA LIBERTAD DE LOS ESTADOS GRIEGOS EN LOS JUEGOS ISTMITOS DEL 196 A. C.




Por aquel tiempo llegaron de Roma los diez comisarios que debían arreglar los asuntos de Grecia, llevando consigo el senatusconsulto relativo a la paz con Filipo, cuyos articulos decian asi: "Todos los griegos, los de Asia y los de Europa, serán libres y se gobernaran conforme a sus leyes, Filipo entregara a los romanos, antes de la fiesta de los juegos istmicos, todos los griegos que se hallan en su poder y todas las ciudades donde tiene guarnición; retirara las guarniciones de Euroma, Pedasa, Bargila, Jesse, Abidos, Thasos, Mirina y Perintha, permitiendo a estas ciudades que gocen de libertad. Tito escribirá al rey Prusias cuales son las intenciones del Senado respecto a la libertad de los cianienses. Filipo entregara a los romanos, al mismo tiempo que los prisioneros, los tránsfugas, y además los barcos de un puente, a excepción de cinco jabeques y de la galera de dieciséis bancos de remeros. Dará además, como tributo, mil talentos, la mitad  inmediatamente y la otra mitad durante diez años, a razón de cincuenta cada año. No puede explicarse cuan grande fue la confianza y la alegría de los griegos al saber este senatus-consulto. Únicamente los etolios, descontentos por no lograr lo que habían esperado, procuraban desacreditarle, diciendo que no contenía mas que palabras, y para prevenir los ánimos contra el decreto deducían maliciosamente algunas probabilidades de la forma de su redacción, diciendo que, respecto a las ciudades guarnecidas por Filipo, el senatus-consulto ordenaba dos cosas: una que retirase las guarniciones y entregara las ciudades a los romanos, y otra que, al sacar aquellas, dejara las ciudades en libertad; citando nominalmente las que habían de quedar así, que eran las de Asia; de modo que las de Europa, a saber, Orea, Eretria, Calcis, Demetriada y Corinto, deberian ser entregadas a los romanos. Fácil era comprender que en tal caso los romanos sustituían a Filipo, y Grecia no se veía libre de sus cadenas, cambiando solo de dueño. Esto era lo que los etolios decían y repetían sin cesar.

 

Flaminio y los diez comisarios fueron de Elatea a Anticira, y desde allí a Corinto, donde tuvieron frecuentes consejos sobre el estado de los negocios públicos. Para impedir el mal efecto de las noticias que los etolios hacían circular por toda Grecia, y que alarmaban a algunos, creyose obligado el cónsul a someter a deliberación este asunto, y adujo toda suerte de razones para convencer a los comisarios de que si deseaban inmortalizar el nombre romano entre los griegos, persuadiéndoles de que habían ido a aquella tierra no por propio interés, sino por la libertad de Grecia, preciso era abandonar todos los puntos ocupados, y dejar en libertad las ciudades donde Filipo tenia guarnición. Presentaba esto algunas dificultades, pues en lo tocante a las otras ciudades habían tratado el asunto en Roma los diez comisarios, recibiendo en este punto ordenes expresas del Senado, pero respecto a Calcis, Corinto y Demetriada, por la necesidad de tomar precauciones contra Antioco, dejaseles facultad de disponer de ellas según lo estimaran conveniente, con arreglo a las circunstancias, no dudándose de que Antioco se preparaba de largo tiempo atrás a invadir Europa. Flaminio logro al fin del Consejo que Corinto quedara libre y en poder de los aqueos; pero no abandonaron los romanos Acrocorinto, Demetriada y Calcis.

 

Era entonces la época en que debían celebrarse los juegos istmicos, y la curiosidad por lo que iba a suceder llevo a aquel punto, de casi todas las partes del universo, muchas personas de gran importancia. Objeto era de todas las conversaciones el futuro tratado de paz, y hablabase de él de diferente forma. Manifestaban unos que no existía dato alguno para creer se retirasen los romanos de todas las tierras y plazas que habían conquistado; otros, que abandonarían las ciudades mas celebres y guardarían en su poder las de menos fama que les procurasen las mismas ventajas, creyendo saber cuales eran, y nombrándolas en las conversaciones. Todo el mundo participaba de esta incertidumbre cuando, reunida en el estadio la multitud para presenciar la proclamación de la paz, se adelanto un heraldo, impuso silencio con un toque de trompeta y publico en alta voz lo siguiente: "El Senado romano y Tito Quinto, cónsul, tras de vencer a Filipo y los macedonios, dejan en libertad, sin guarnicion ni tributos, y para que vivan con arreglo a sus leyes, a los corintios, a los focenses, a los locros, a los eubeos, a los aqueos de Pitia, a los magnesios, a los tesalios y a los perrebios".


( Polibio )


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