A fin de establecer las fronteras con los bárbaros no
solo por los ríos o con simples mojones, como hasta entonces, separo a los bárbaros clavando profundamente troncos enormes y entrelazándolos a modo de
empalizada que sirviera de muro. Impuso un rey a los germanos, reprimió las
revueltas de los mauritanos y consiguió suplicaciones del senado. Por aquel
tiempo la guerra con los partos no fue mas que una intentona que Adriano reprimió mediante una entrevista.
Después de esto, se dirigió por mar a Acaya a través de Asia y de las islas y, siguiendo el ejemplo de Hércules y Filipo, se inicio
en los misterios Eleusinos, otorgo muchos favores a los atenienses y ocupo un
sitial actuando como presidente de los juegos, y aseguran que en Acaya también se observo la costumbre de que ninguno de sus acompañantes entrara en los
templos con armas, a pesar de que durante las celebraciones religiosas muchos
de los asistentes solían llevar cuchillos. Después navego hasta Sicilia, donde subió al monte Etna, para contemplar a salida del sol que, según dicen alli,
aparece con varios colores a modo de arco iris. Desde allí vino a Roma y desde
Roma se traslado a África, asignando muchos privilegios a las provincias
africanas. Difícilmente emperador alguno recorrió tantas tierras con tanta
rapidez. Finalmente, después de volver a Roma tras haber permanecido en África, dirigiéndose inmediatamente a Oriente, hizo el viaje pasando por Atenas, donde
inauguro las obras que habia iniciado en esta ciudad, como el templo de Júpiter Olímpico y un altar erigido en su propio honor, y, de la misma manera, a lo
largo del itinerario que hizo por Asia, consagro los templos que habían recibido su nombre.
( Elio Esparciano en "Historia Augusta" )
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