No diré nada de mi. Solo quiero hablar de los otros
oradores: ninguno daba la impresión de haber estudiado la literatura mas a
fondo que el común de los mortales, a pesar de ser el manantial primordial de
la perfecta elocuencia; ninguno abarco la filosofía, madre de toda buena
palabra y acción; ninguno aprendió derecho civil, necesarísimo en las causas
privadas y esencial para el buen juicio del orador; ninguno domino las
tradiciones romanas de modo que pudiera citar de entre los muertos a los
testigos mas fidedignos, cuando lo pidiese la ocasión; ninguno manejo la fina y
rápida ironía con que anular al oponente, relajar la tensión del jurado y
disolver por un momento la solemnidad en risas y sonrisas; ninguno supo ampliar
un tema y transportar su discurso de una discusión sobre una persona particular
o de un tiempo determinado a una cuestión general de aplicación universal;
ninguno supo entretener al publico con una digresión ocasional; ninguno conocía
los resortes para excitar la indignación de los jueces o arrancarles lagrimas
de los ojos o mover sus sentimientos según lo pidiese la ocasión, cuando
precisamente es esta la cualidad característica del orador.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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