Son muchas cosas las que me producen deseos de marcharme y
abandonaros, ¡oh, ciudadanos!, si no pudiese más mi amor por la República.
Cosas como el poder que acumulan los nobles y vuestra paciencia ante esto, la
ausencia de justicia, y sobre todo el contemplar cómo la inocencia conlleva
desamparo en vez de obtener los honores que merece. No me atrevo a recordaros
la manera en que durante estos últimos años se han reído de vosotros algunos
sinvergüenzas, la manera tan indigna e impune en que se ha hecho morir a
quienes os defendían, y hasta qué punto os habéis dejado llevar por la pereza y
la indolencia. Vosotros, que veis caer a vuestros enemigos y no sabéis
aprovechar la ocasión, que teméis a aquellos que deberían temeros. Pero aunque
me sienta de este modo no puedo dejar de luchar contra las tramas del poder.
Como mínimo tengo que hacer ver que conservo la libertad que heredé de mis
padres; que lo haga con éxito o no, depende de vosotros, ¡oh, ciudadanos!
(…) Vuestros mayores, a fin de recobrar sus derechos y sostener la
majestad de nuestro imperio, tomaron en dos ocasiones las armas y, separándose
del resto de ciudadanos, ocuparon el monte Aventino. ¿Y vosotros no habéis de
esforzaros con mayor ímpetu para mantener la libertad que de ellos recibisteis?
( Cayo Salustio Crispo en "La guerra de Yugurta")
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