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miércoles, 31 de agosto de 2016

EL PALATINO



En la Antigüedad ya se proponían diversas explicaciones del Palacio (Palatium), que era el nombre del monte Palatino. Quizá se llamará así por Palante, el abuelo de Evandro, colono griego que vivía en aquel lugar en tiempos de Eneas. Otras derivaciones aluden a los orígenes de los romanos como pueblo pastoril: procedería de balatus ( "balido"), o de pasco, verbo que significa "apacentar" y del que deriva nuestro "pasto". 





miércoles, 24 de agosto de 2016

SEPTIMONTIO, NOMBRE ORIGINAL DE ROMA


Varrón dice que Roma se llamaba originalmente Septimontio ( "Siete Colinas"). Las colinas que suelen incluirse en este grupo son Aventino, Celio, Capitolio, Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal, pero en época clásica no había una lista canónica de los siete montes, en gran medida porque pretendían ser incluídas en ella las dos colinas situadas al otro lado del Tíber, el Vaticano y el Janículo, y la que queda al norte, el Pincio.  








viernes, 28 de noviembre de 2014

PASEO POR EL BARRIO ROMANO DE SUBURA


 

Todos decían que el Subura era lo peor de Roma. Como a todos los visitantes notables que van a Roma, les advierten que no se internasen en la depresión que había al nordeste del Foro Romano.



No es que los callejones del Subura fuesen más estrechos que los del Palatino, ni los edificios tan opresivamente altos como los del Viminal y el Esquilino superior.



No, lo que diferenciaba al Subura a primera vista era la gente; lo más representativo de la escala social más baja de Roma.


La gente se asomaba a aquellos miles de ventanas, chillándose unos a otros, se abrían paso a codazos entre aglomeraciones tan masivas que sólo se avanzaba a paso de caracol; la gente se comportaba del modo más grosero y agresivo que se da en la especie humana; escupía, meaba y echaba el agua sucia en cualquier sitio y se mostraba dispuesta a pelearse con cualquiera por una simple mirada de través.


La segunda impresión al entrar en ese barrio, suele ser la de una suciedad general y un hedor insoportable.

UNA CALLE DEL BARRIO DE SUBURA, EL MÁS POBRE Y CONOCIDO DE ROMA

Conforme avanzabas desde el civilizado Argiletum hacía las Fauces Suburae, como se llamaba al tramo inicial de la calle más importante del barrio, te darás cuenta de que no deja ya de percibirse más que malos olores y suciedad.



Desconchados y destrozados, en los muros de los edificios es habitual ver regueros de porquería; como si el mortero que juntaba ladrillos y madera fuese pura basura. Parece que lo mejor es quejar que algún incendio lo queme todo.¡Nada ni nadie del Subura merecía salvarse!, sólo se ve la vomitiva depresión de la miseria.


 Luego, la perplejidad sustituye al asco, conforme se va adentrando, con cuidado de no alejarse de la Subura Maior, como se llamaba la calle principal, y perderse por algún pasadizo lateral entre las casas, porque podrías encontrarte con que, de hacerlo, quizá no encontrases la salida.



Pero tu asombro crecerá ante la vitalidad y la dureza de aquellas gentes que son los romanos más bajos del censo por cabezas: sobreviven como pueden, y todos buscan algo de lo que vivir, algo que ofrecer, y son muy industriosos en sus asuntos.



El lenguaje que escucha  es una curiosa mezcla de latín, griego y arameo, una jerga que posiblemente no entendieran más que los habitantes del barrio, porque paseando por el resto de los barrios de Roma, no encontrarás nada parecido.


Hay tiendas por todas partes, fétidos tenduchos de comidas, al parecer prósperos - dinero no debía de faltar, se supone, a pesar de ver tanta miseria alrededor-, alternando con numerosas panaderías, charcuterías, bodegas y unas curiosas tiendecitas en las que parece venderse (por lo que se puede atisbar en su oscuro interior) toda clase de cosas, desde trozos de bramante, hasta cazuelas, lámparas y cirios de sebo.


No obstante, el negocio más generalizado es el de las comidas, pues cuando menos un tercio de las tiendas se dedican a algún derivado del de la alimentación. 


También había fábricas; se oía ruido sordo de prensas, chirriar de esmeriladoras y golpeteo de telares, pero esa clase de ruido procedía de portales estrechos y de bocacalles, mezclándose estrepitosamente con el de las viviendas de aquellas casas de varios pisos. ¿Cómo podía la gente vivir allí con tanto ruido?


Hasta las pequeñas plazas de los cruces principales estaban abarrotadas de gente. No se explicaba cómo las mujeres podían lavar la ropa en las fuentes ni circular hasta sus casas cargados con cántaros de agua.

No obstante, había lugares en los que los hombres se sentaban a beber y pasar el tiempo. Solían estar situados en los cruces principales. Cuando paseas por el Subura, todo sucede muy de prisa, en una sucesión de escenas rapidísimas que se puede entrever , en medio de aquel tropel, por ejemplo, desde un hombre que aporreaba a un asno cargado, a una mujer que pegaba a un niño cargado. Pero los oscuros interiores de aquellas... -no sabría cómo llamarlas- tabernas de los cruces, eran oasis de relativa calma.


domingo, 27 de julio de 2014

¿QUÉ ERA EL CIRCO MÁXIMO?





El antiguo circo construido por el rey Tarquinio Prisco antes de la época republicana Ocupaba todo el Vallis Murcia, entre el Palatino y el Aventino, y tenía una capacidad entre 100.000 y 150.000 espectadores.


 Aun en tiempos de la república; durante la misma, sólo se permitía la entrada a los ciudadanos romanos y existen fundadas pruebas para pensar que los ciudadanos libertos seguían siendo considerados esclavos en lo que respecta a la admisión al circo.



A los libertos se les negaba la entrada por el exceso de público que deseaba ver el espectáculo. Las mujeres podían sentarse entre los hombres.