Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
Tras
perder la ciudad de Atenas una guerra contra el rey Minos, se le impuso
como tributo el envío, cada nueve años, de siete doncellas y siete donceles en
la flor de la vida, destinados a ser devorados por el Minotauro. Cuando
debía cumplirse por tercera vez tan humillante obligación, el príncipe
ateniense Teseo, con el consentimiento, aunque de mal grado, de su padre
el rey Egeo, se hizo designar como uno de los siete jóvenes, con el
propósito de dar muerte al Minotauro, acabar así con el periódico sacrificio y
liberar a los atenienses de la tiranía de Minos.
Ariadna, hija de Minos y de Pasífae,
se enamoró de él y le enseñó el sencillo ardid de ir desenrollando un hilo a
medida que avanzara por el laberinto para poder salir más tarde. Teseo mató al
Minotauro, volvió siguiendo el hilo hasta Ariadna y huyó con ella de Creta.
Esta
leyenda contiene, al lado de sus elementos fabulosos, una base verídica. El
nombre personal del legendario rey se derivó del título que usaban los
soberanos cretenses, apareciendo Minos como la personificación de todos lo
"minos" de Creta. El Minotauro es una reminiscencia del culto que se
rendía al toro como encarnación de la divinidad. La idea del laberinto hace
recordar la complicada construcción de los palacios cretenses. Los atenienses
consideraban este relato como historia verdadera. Durante siglos conservaron,
sometiéndolo a continuas reparaciones, el barco en que Teseo había partido para
Creta y que usaban como navío sagrado para llevar cada año la embajada que
asistía a las fiestas de Apolo en Delfos.
Hace unos sesenta años
que un arqueólogo
inglés, llamado Evans, hurgando en
ciertas tiendecitas de anticuarios, en Atenas, halló algunos amuletos femeninos
provistos de jeroglíficos
que nadie logró descifrar.
ARTHUR JOHN EVANS
A fuerza de conjeturas, estableció quedebíanproceder de
Creta, se fue allí, compró unaparcelade terreno en el lugar donde se creía queestabasepultada la ciudad de Cnosos, contrató aunacuadrilla deexcavadores,ydespuésdedosmesesdelabortopó con el resto del palacio de Minos,el famosoLaberinto. Poetas e historiadores de la Antigüedad,desdeHomero hasta nuestros días, habían dicho quelaprimera civilización griega había
nacido, no en Micenas,osea en el continente, sino en la isla deCreta, y quehabía tenido la máxima floración en tiempos del reyMinos, doce o trece siglos antes deJesucristo.Minos,
contaban, había tenido varias mujeres quehabíanin- tentado
en vano darle un heredero: desusentrañas no
nacían más que serpientes y alacranes.
Tansólo Pasifae, por fin, logró darlehijosnormales,entre ellos Fedray la rubia Ariadna.
Desgraciadamente,
Minos ofendió al dios Poseidón, quien se vengó haciendo que Pasifae se enamorase de un toro,peseaser éste un animalsagrado.
Asatisfacer éstasupasión la ayudó un ingeniero llamadoDédalo,llegadoala isla procedente de
Atenas, dedondetuvoquehuir por haber matado por celos a un sobrino suyo.De aquel connubio nació
el Minotauro, extraño animal, mitad hombre y mitad toro. Y a Minos le bastó con mirarle
para comprender con quién le había engañado sumujer.
Ordenó
entonces a Dédalo que construyese el Laberinto para alojar en él al monstruo, pero dentro dejó prisioneros también al constructor con suhijoÍcaro. No era posible encontrar el camino para salir de aquel intrincamiento
de corredores y galerías.
Pero Dédalo, hombre de infinitos
recursos,construyóparasíy para su chico unas alas de cera, con
las que ambos huyeron elevándose en el cielo. Ebrio de
vuelo, Ícaro olvidó la recomendación de su padre de no acercarse demasiado
al sol: la cera sederritió,yélseprecipitó al mar. No obstante su tremendo dolor,
Dédalo aterrizó en Sicilia, adonde llevó las primeras nociones de latécnica.
Mientras,
en el Laberinto seguía girando el Minotauro, exigiendo cada año siete muchachas y siete jóvenes para comérselos. Minos se los hacía entregar por los pueblos vencidos en las guerras. Selosreclamó también a Egeo, rey de Atenas.
El hijo de éste, Teseo, por bien que príncipe heredero,
pidió formar parte de aquellos hombres, con el propósito dematar al monstruo, desembarcó en Creta con las demás víctimas y, antes de internarse enelLaberinto,sobornó a Ariadna, la cual le entregó unovillodehilopara que, desenrollándolo, le permitiera volver aencontrar el camino de salida.
El valeroso joven
logró suintento, salió afuera y, fiel a la promesa que le había hecho, se casó con ella y se la llevó. Pero en Naso la abandonó dormida en la playayprosiguióelviaje solo con suscompañeros.
Los historiadores modernos
habían recusado esta historia como inventada de raíz, y hasta ahora acaso
tenían razón. Y aun habían acabado negando que en Creta hubiese florecido, dos
mil años antes de Jesucristo
y mil antes que en Atenas,
lagran civilización que le atribuía Homero.
Y en eso se
equivocaban ciertamente.
Atraídos
por los descubrimientos de Evans, arqueólogos
de todo el mundo —entre ellos los italianos Paribeni y
Savignoni—, acudieron a loslugares, iniciaron otras excavaciones, yprontodelasentrañasde la tierra salieron los monumentos y documentos de aquella civilización cretense que, porelnombredel rey Minos, fue llamadaminoica.
Todavía
hoy los estudiosos se
están peleando acerca de suorigen,pues unos consideranque vino deAsia y otros
de Egipto. Detodosmodos,fueconcerteza la primera que se desenvolvió en una tierra europea, alcanzó
altas cimas e influyó en la que después se formaría en Grecia y en Italia.
Fue en Creta donde Licurgo y Solón,losdosmásgrandeslegisladoresde la Antigüedad, buscaron
el modelo de sus Constituciones, donde nació la música coral adoptada por Esparta, donde vivieron y trabajaron los
primeros maestros de la escultura, Dipeno yChili.
Estudiando
las excavaciones, los competentes han dividido
la civilización minoica
entreseras,ycada una de éstas en tres períodos.
Dejémosles en estas distinciones demasiado sutiles para nosotros, y contentémonos con comprender globalmente
en qué consistía la vida cretense de hace cuatro mil años. Por el modo con que son representadas
en sus pinturas y bajorrelieves, eran gentes más bien bajas y delgadas,de piel color pálido las mujeres y bronceada la
de los hombres, hasta el punto que lesllamabanFoinikes,
que quiere decir «pieles rojas». Éstos se tocaban con turbantes y aquéllas con sombreros que podrían muy bien reaparecer en cualquier exhibición de moda contemporánea en París o en Venecia. Unos y otras tenían un ideal de belleza triangular, pues llevaban túnicas estrechamente ceñidas en el talle. Y las mujeres dejaban sus senos al descubierto, loquehacepensar que solían tenerlos prósperos. Una de ellas, según
aparece en una pintura, estancoquetayprovocativa,
que los arqueólogos, peseasuproverbial austeridad, la han llamado Laparisienne.
En
un principio, Creta debió de estar divididaen varios Estados o reinos que guerreaban con
frecuencia entre sí. Pero en unmomentodado, Minos,máshábil y fuerte que los demás, redujo a sumisión losrivales y
unificó la isla, dándole por capital su ciudad, Cnosos. ¿Era Minos su nombre personal, o el que se daba al cargo que ostentaba, como en Roma se llamaba César y en Egipto Faraón. No se sabe. Sábese solamente que quien ejecutó aquella obra
de unificación y al que la leyenda atribuye
a Pasifae como esposa con todas lasdesdichasque ésta le acarreó, vivió y reinó trece siglos antes deJesucristo,cuandoen todo el resto de Europa no brillaba aún el másremoto fuego decivilización.
De dar crédito a Homero,Cretatenía elesplendor de noventa ciudades, algunas de las
cuales competían con la capital en cuanto a población, desarrollo y riqueza. Festo era el gran puertodondeseconcentraba el comercio marítimo
con Egipto: Palaikastro era
el barrio residencial; Gurniaelcentromanufactureroy la «capital moral», como hoy lo es Milán
enItalia; Hagia Tríada, residencia estival del rey ydelGobierno, según demuestra la villa real desenterrada.Las casas son de dos, de tres, yhastadecincoplantas, con escaleras interiores bien acabadas. Y en las pinturas ybajorrelievesqueadornanlasparedesseve a los inquilinos varones jugando al ajedrez bajo la mirada aburrida del ama de casa, que teje lana.Suelen estar de regreso de cacerías, y a sus pies yacen, fatigados, los animalesqueleshanayudadoaojear el oso o el jabalí:caneságilesy delgados,semejantes a lebreles, y gatos salvajes que debían ser deliberadamente instruidos para esecometido.Otrodeporte en el que destacabanloscretenseseraelpugilato.Los de peso ligero se batían con las manos desnudas, y también usaban
los pies para golpearse,
comoaún ahora hacen los siameses; los de peso medio usaban casco y los
de peso pesado tambiénguantes.
El dios de aquella gente se llamaba Vulcano, y
correspondía al que entrelosgriegosfueZeusyconlos romanosJúpiter.Eraunpersonajeomnipotentee iracundo, y cuando se ponía tonto sus fieles invocaban
a la diosa Madre, como quien dice a la Virgen María, para que le calmase. La granfuerzade
Minos, en tanto que rey, fue la de descenderdeaquél,opor lo menos, de haber logrado
hacérselo creer a sus súbditos. Cuando publicaba una ley decía que
Vulcano se la había sugerido la noche anterior,
y cuando requisaba un quintal de trigo o unhatodeovejas,de- cía que era para hacerle un regalo a Vulcano.Estosregalos, naturalmente, el dios se los dejaba endepósito a Minos, que había hecho construir por sus ingenieros
inmensos apriscos en el palacio real para conservarlos; y eran lo que los impuestos entre nosotros,
pues en Creta, donde no se conocía
el dinero, los tributos se pagaban en especies al dios, no al Gobierno.
Era
un pueblo de guerreros, navegantes ypintores.Y a estos últimos debemos el hecho de haber podido reconstruir en parte su civilización que, precisamente bajo Minos, alcanzó la más alta cima. No se consigue comprender qué cosa provocó su decadencia, que, a juzgar por las ruinas, debió deser muyrápida.¿Fue un
terremoto seguido de incendios lo que en un momento
determinado destruyó Cnosos con sus bellos palacios y teatros?.Por las excavacionesdiríase que casas y tiendas fueronsorprendidas repentinamente por la muerte,mientras sus moradores se hallaban en plena y normalactividad.
Es probable que esta decadencia
hubiese comenzado mucho tiempo antes y que alguna catástrofe
hubiese precipitado su conclusión. Muchos signos revelanque la de Creta, nacida
seguramente bajo el signo del estoicismo siete u ochocientos años antes, era ya en tiempos
de Minos una civilización
epicúrea, o sea agradable y llena de pus como un
forúnculo maduro. Los bosques de cipreses habían desaparecido, el malthusianismo
había ocasionadovacíosenlapoblaciónyel colapso de Egipto enrareció el comercio. Tal vez, como remate de tantas desdichas, hubo también un terremoto. Pero
es más probable que la desventura definitiva fuese en formadeinvasión;ladelos
aqueos, que precisamente por aquellos años habían caído sobre el Peloponeso desde Tesalia, haciendo de Micenas su capital. En Cretalodestruyerontodo, hasta el idioma, quebajoMinosnoeraciertamente el griego, como demuestran
las inscripciones que han perdurado.
Por
ellas,peseaquenadiehalogradodescifrarsu sentido,
diríase que los cretenses habían
tenido orígenes
egipcios, o en cualquier
caso orientales. No podemos confirmarlo ni desmentirlo. Pero sí podemos repetirqueladeCretafuelaprimeracivilización de Europa, y que Minos fue nuestro primer «ilustre conciudadano».