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sábado, 22 de julio de 2017

CRITIAS


Critias (griego antiguo Κριτίας) (460 - 403 a. C.) fue un sofista griego nacido en Atenas. Hijo de Calescro, fue tío carnal de Platón.
 
Aunque es principalmente recordado por haber formado parte del gobierno de los Treinta Tiranos impuesto por los espartanos tras su victoria sobre Atenas, también produjo una amplia gama de obras, además de dedicarse a la enseñanza y la poesía.
 
Critias es una de las figuras atenienses más enigmáticas y polémicas del siglo V a. C. Pocos escritores de la Grecia clásica fueron tan prolíficos. Existe cierto disenso acerca de la autoría de algunas obras que se le atribuyen, conservándose únicamente fragmentos de las mismas.
 
La primera aparición de Critias en la historia, es como uno de los hermocópidas, es decir, uno de los implicados en la mutilación de los hermas en el 415 a. C. Critias es mencionado en el testimonio de Andócides durante el curso de la investigación del crimen,​ a pesar de que no se sabe nada más acerca de su participación en dicho sacrilegio. También hay referencias esporádicas a Critias en algunos de los acontecimientos principales de los últimos años de la Guerra del Peloponeso. No se sabe a ciencia cierta si era miembro del gobierno oligárquico de Los Cuatrocientos, en el 411 a. C., pero siguió a Frínico, el oligarca radical y cabecilla de Los Cuatrocientos tras la caída del régimen en el 410 a. C.
 
En los años posteriores a la caída del régimen, Critias estuvo implicado activamente en política como asociado de Alcibiades. Critias proclama en uno de sus poemas elegíacos que propuso la vuelta de Alcibiades del exilio, probablemente alrededor del año 408 a. C. (fragmentos 4 y 5). Debido a la opinión popular ateniense contra Alcibiades, Critias probablemente siguió a Alcibiades al exilio en el año 406 a. C. Durante este tiempo, Critias estuvo implicado en una insurrección en Tesalia, pero se desconoce el alcance de su participación, aparte de la enigmática declaración de defensa de Terámenes sobre el juicio y la ejecución de los generales atenienses acusados de no rescatar a los supervivientes en la Batalla de Arginusas:
 
Critias estaba en Tesalia organizando la democracia con Prometeo y armaba a los penestes contra sus amos.
No se posee suficiente información sobre la historia de Tesalia, como para saber quién era Prometeo, o determinar la naturaleza de la revolución "democrática" en la cual Critias pudo estar implicado.
 
A la llegada de su exilio en la primavera del año 404 a. C., Critias era uno de los cinco cabecillas que lideraban varias facciones oligárquicas de la posguerra ateniense. Critias era también miembro principal de los Treinta Tiranos, cuyo reinado de terror brutal en los años 404–403 a. C. fue vivamente relatado por Jenofonte. En el reinado de terror de los Treinta Tiranos se cometieron ejecuciones sumarias, incautación de propiedades y el exilio de cientos de demócratas atenienses. Incluso Terámenes, uno de los miembros fundadores de los Treinta, fue ejecutado sin derecho a réplica tras haberse opuesto a Critias en público. Otra víctima de los Treinta fue el aún exiliado Alcibiades, que permanecía en su estado fortificado de Tracia. Según los informes de Cornelio Nepote y Plutarco, ​que se encargaron de biografiar la vida de Alcibiades más tarde, fue el propio Critias, su viejo compañero, quién ordenó su asesinato en el año 403 a. C.
 
Hay indicios de que Critias tenía cierto grado de control sobre la caballería ateniense y sobre "Los Once", que actuaban como verdugos.​ Critias también parece ser el guía de los elementos más extremistas de Los Treinta. Se convirtió en su indiscutido líder tras la ejecución de Terámenes en el año 403 a. C. También aparece como uno de los principales legisladores de la oligarquía.8
 
Independientemente de cuales fueran los planes de Critias y Los Treinta para el establecimiento de un nuevo régimen oligárquico en Atenas, los mismos fueron desbaratados abruptamente por los éxitos militares de un grupo de exiliados pro-democráticos liderado por Trasíbulo en el puesto fronterizo ateniense de Filé y en la ciudad portuaria de El Pireo.
 
En un solo día, en mayo del año 403 a. C., en una batalla entre las fuerzas comandadas por Trasíbulo, las fuerzas de Critias y los partidarios de Los Treinta, la mente maestra del movimiento oligárquico fue derrotado. En aquella época Critias, comandante de la falange, optó por una línea de 50 escudos hoplitas. Los propios miembros de Los Treinta se encontraban entre las primeras filas, en el extremo izquierdo de la falange. Lejos de evitar el peligro del campo de batalla, Critias se colocó en el extremo izquierdo de la línea. Sin embargo, la formación de la falange en una columna profunda falló, costando muchas vidas en una batalla sangrienta. Critias fue uno de los más de 70 que perdieron la vida en dicha batalla. La muerte de Critias dejó a los miembros restantes de Los Treinta y a otros 3.000 hombres sin líder y confusos. Las tentativas de establecer un nuevo gobierno oligárquico fallaron y la democracia fue restaurada poco tiempo después.
 
Se erigió un monumento a Critias y Los Treinta, en el que se podía ver la personificación de la oligarquía llevando antorchas y dando fuego a la democracia. Una inscripción en la base del monumento rezaba «Esto es un monumento conmemorativo a esos nobles hombres que refrenaron a los hubris atenienses de los demócratas atenienses durante un breve periodo».​ El precio que tuvieron que pagar por ello fue la vida de al menos 1500 atenienses.
 
Platón admite en su séptima carta que el comportamiento extremo de Critias así como el de otro primo suyo, Cármides (líder de Los Diez que gobernaron El Pireo durante el gobierno de Los Treinta) alejaron cualquier pensamiento acerca de que él hubiera podido tener una carrera política.
 
Jenofonte caracterizó a Critias como un tirano despiadado, sin moral, cuyos crímenes podrían haber desembocado en la muerte de Sócrates. Filóstrato continuó extendiendo esta visión negativa de Critias, a quien llamó «el mayor malvado... de todos los hombres».​ Por otra parte, en cuatro diálogos de Platón (Lisis, Cármides, Critias y Timeo), Critias aparece como un miembro refinado e instruido de una de las familias aristocráticas más antiguas y distinguidas de Atenas, así como un participante de la cultura filosófica ateniense.
 
Aunque estas representaciones de Critias difieran tanto, no se contradicen. La familia de Critias estaba entre las más prominentes de los viejos clanes eupátridas aristocráticos que habían gobernado Atenas antes de la llegada de la democracia. No menos de cuatro de sus antepasados directos habían sido arconte epónimos, el mayor cargo al que se podía llegar en el Estado de Atenas. Uno de ellos fue Drópides en los años 645–644 a. C. Solón era uno de sus parientes más famosos,​ y tanto Solón como el poeta Anacreonte elogiaron a los antepasados de Critias en sus poemas.
 
Aunque no hay constancia literaria acerca de la juventud de Critias, su biógrafo Filóstrato dijo que la enseñanza que obtuvo Critias fue de la clase más noble, y Ateneo dice que su entrenamiento como flautista lo hizo famoso en su juventud. Existe un fragmento de una dedicatoria en dos victorias en los Juegos Ístmicos y dos victorias en los Juegos Nemeos en 438 a. C., en la que aparece Critias, hijo de Calescro, aunque la restauración del nombre sigue siendo incierta. Aunque parece claro que Critias sobresalió en dos de los elementos más importantes de la educación ateniense tradicional: la música y el atletismo.
 
Si Platón hubiera divulgado exactamente el carácter de figuras históricas en sus diálogos, tal vez dichos diálogos hubieran proporcionado más rasgos del carácter y el comportamiento de Critias. En el Protágoras de Platón, Critias aparece entre los sofistas principales (Protágoras, Hipias mayor, Pródico) y la élite educada de Atenas. En el Protágoras, Critias participa en el diálogo junto a Alcibíades. Este emparejamiento parece irónico, ya que Jenofonte había relatado la cólera ateniense sobre el comportamiento imprudente y destructivo de Critias y Alcibíades, ambos discípulos de Sócrates. Esa asociación fue una de las razones que motivaron la ejecución de Sócrates en el año 399 a. C.18​ Es significativo que la única contribución de Critias en dicha discusión filosófica es una súplica a los participantes a ser imparciales y justos en un punto en el cual los presentes parecían más a favor de Sócrates o de Protágoras. En contraste con la representación de Jenofonte como tirano despiadado, la representación de Critias, hecha por Platón, como ejemplo de moderación es un contrapunto notable.
 
Un papel más sustancial de Critias en el Cármides, que se abre con el regreso de Sócrates de la Batalla de Potidea en el año 432 a. C., proporciona un contraste igualmente notable frente a la visión de Jenofonte y otros. El diálogo se centra en el significado de sophrosyne (autodominio), que Cármides, claramente siguiendo el camino iniciado por su primo y guardián Critias, definió para Sócrates como "pensar en las tareas propias".
 
Aunque esta definición, en particular, se abandona en la discusión descrita en el Cármides, reaparece en una forma ampliada como el último significado del dikaiosyne (justicia) en La República: "que cada individuo debe actuar en los asuntos de la ciudad tan bien como sea capaz de hacerlo". Esta definición de la justicia (dikaiosyne), es sostenida por Platón como la virtud más alta y es su pilar central en su concepto utópico de ordenar las clases sociales y políticas del estado ideal.
 
Critias es también un personaje principal en el Timeo y en el Critias, que se basan en el día después de los acontecimientos acaecidos en la república, en el año 421 a. C. Critias relata la historia de Atlantis y su guerra contra Atenas hace unos 9.000 años. Él había escuchado esta historia de su abuelo, quien a su vez la había escuchado de su pariente, el legislador Sólon. La historia que según Critias había sido preservada por sacerdotes egipcios, presenta un retrato idealizado de una Atenas antigua que encajaban fielmente en el estado utópico descrito en La República. Lo que es realmente significativo es que Platón eligiera a Critias como el reportero del mito de Atlantis. De esta forma Platón ensalza a su primo como un hombre que sabe de historia antigua, de una época en la que los gobiernos se asemejaron a la utopía de La República, y no a los sistemas imperfectos de gobierno del siglo IV a. C. de Grecia.
 
Entre las leyes bosquejadas por Critias había un decreto de prohibición de "instrucción en el arte de palabras". Jenofonte divulga que Sócrates respondió con una contestación sarcástica: "si alguien fuera un pastor e hiciera su rebaño menor y más pobre, él no diría que es un mal pastor; si alguien fuera un líder de una ciudad e hiciera a sus ciudadanos más pobres, él no estaría avergonzado ni pensaría que es un mal líder".Aunque es la relación entre Critias y su profesor anterior la que Jenofonte niega, es Caricles quien amenaza a Sócrates con el castigo si no renuncia a seguir haciendo declaraciones contra el régimen. ​Critias permanece en el fondo de la conversación, haciendo solamente una observación acerca de la afinidad del filósofo hacia los "curtidores, artesanos, y a los trabajadores del bronce". En otro cara a cara, Sócrates regaña a Critias por su atracción y comportamiento excesivamente celoso por un hermoso joven llamada Eutidemo diciendo que él se frotaba contra otro hombre joven "como un pequeño cerdo que se rasca contra una roca".  Anécdotas como estas de Sócrates y de Critias, demostraban que ambos se divertían y se conocían mutuamente, pero también estaban a menudo en desacuerdo el uno con el otro.
 
A pesar de las amenazas y la obvia tensión que había entre los dos, Sócrates sobrevivió al terror y a la guerra civil posterior. Quizás fue por la insistencia de Critias por la que el comportamiento insubordinado de Sócrates fue pasado por alto durante el terror. Fuera la que fuera la razón, está claro en los acontecimientos del enjuiciamiento de Sócrates en el año 399 a. C. y las reprimendas dispersadas en la literatura de los siglos IV y III a. C., que la unión entre Critias y el filósofo se propagó rápidamente en la mente popular.


















































domingo, 11 de junio de 2017

ALMIRANTE MÍNDARO


Míndaro fue un almirante espartano que mandó la flota peloponesia en 411 y en 410 a. C., durante la guerra del Peloponeso. Con éxito en mover el teatro de la guerra en el Helesponto, que experimentó una cadena de derrotas; en la tercera y última de ellas, murió y la flota peloponesia entera fue capturada o destruida.
 
Míndaro primero tomó el mando de la flota en Mileto, donde el sátrapa Tisafernes había prometido a los espartanos que se ruenirían con la considerable flota fenicia bajo su mando. Tras varios meses de espera, Míndaro se dieron cuenta de que no llegaría tal flota, y tomó la decisión estratégica de trasladar su flota al Helesponto, donde el sátrapa Farnabazo II le había prometido mayor apoyo que el que estaba recibiendo de Tisafernes.
 
Míndaro partió de Mileto con 73 barcos; una tormenta lo forzó a desembarcar en Quíos, pero se quedó allí sólo algunos días. Navegó con prisa para evitar a una flota ateniense de la que eso había sido llevada desde Samos para oponérsele, consiguió traer su flota entre Lesbos y tierra firme y el Helesponto, donde barrió a una pequeña flota ateniense y unió los pocos barcos aliados de la región en la base espartana en Abidos. Con este movimiento estratégico, Míndaro había situado su flota en posición de cortar el suministro de cereal ateniense, y había forzado a la flota ateniense a que lo desafiara en el terreno de su elección.
 
A partir de entonces, la suerte de Míndaro cambió. Cinco días después de su llegada a Abidos, los atenienses navegaron entre las estrechas aguas del Helesponto para entablar combate con sus fuerzas superiores. En la la batalla, la victoria peloponesia pareció a su alcance en un primer momento, cuando la izquierda ateniense estaba aislada y el centro se dirigía a desembarcar en el promontorio de Cinosema. La superior destreza náutica de los capitanes y marineros atenienses, sin embargo, cambió el curso de la batalla, y la flota de Míndaro huyó a Abidos con pérdidas.
 
Míndaro llamó a los refuerzos de Abidos, pero sufrió una segunda derrota cuando un grupo pequeño de barcos que navegaba para reunirse con él fue atrapado por la flota ateniense; Míndaro partió para rescatarlos, pero, después de una reñida batalla, la llegada de Alcibíades con refuerzos atenienses convirtió la batalla en una derrota total, con los peloponesios sufriendo pérdidas otra vez en su huida a Abidos.
 
Durante los siguientes meses, Míndaro, con la ayuda financiera de Farnabazo II, reconstruyó su flota con un tamaño de 80 trirremes en la primavera de 410 a. C. Navegando hacia el este de Cícico, asedió la ciudad con la ayuda del ejército de Farnabazo y la tomó por asalto. Los atenienses lo persiguieron, y, en las aguas territoriales de Cícico, atrajeron a Míndaro a una trampa fatal. Mientras Trasíbulo y Terámenes esperaban fuera de la vista con varios trirremes, Alcibíades tomó cuarenta barcos y se mostró él mismo ante Cícico. Míndaro picó el anzuelo, saliendo con toda la flota en su persecución. Cuando estaba suficientemente lejos de la orilla, las ocultas fuerzas atenienses surgieron para cortarle la retirada. Rodeado, Míndaro llevó sus barcos a una desesperada batalla hacia una playa al sudoeste de la ciudad, en una posición abierta para él. Desembarcando con la fuerza de Alcibíades pisándole los talones, los hombres de Míndaro y las tropas de Farnabazo que habían ido a socorrerle, lucharon para impedir a los atenienses que remolcaran sus barcos mar adentro. Inicialmente, los atenienses volvieron atrás, pero Trasíbulo y Terámenes trajeron sus fuerzas y la infantería de la retaguardia, que finalmente fueron capaces de ahuyentar a los persas. Impávido, Míndaro dividió su fuerza para enfrentar la amenaza ahora presionando por ambos lados, pero cuando cayó en la batalla, la resistencia peloponesia se deshizo; todos los barcos de la flota fueron destruidos o capturados. Tras esta rotunda derrota, el nombre de Míndaro fue inmortalizado en uno de los más famosos ejemplos de la lacónica brevedad, un comunicado de la flota espartana capturada por los atenienses, que decía "los barcos se han perdido. Míndaro está muerto. Los hombres están hambrientos. No sabemos qué hacer."

viernes, 16 de diciembre de 2016

TRASÍBULO


 
Trasíbulo (en Griego antiguo, Θρασύβουλος) (455 a. C.?-388 a. C.) fue un general ateniense y un líder de la facción democrática de Atenas. En el año 412 a. C., en el comienzo de un golpe de estado oligárquico en Atenas, los marineros pro-democráticos de la isla de Samos le eligieron general, haciéndole el primer líder de una resistencia democrática contra el golpe de estado. Como general, fue el responsable de hacer volver del exilio al noble Alcibíades, y los dos trabajaron juntos durante los años siguientes. En 411 a. C. y 410 a. C., Trasíbulo fue el comandante, junto con Alcibíades y otros, que obtuvieron diversas victorias navales críticas.
 
Tras la derrota de Atenas en la Guerra de Decelia (la última parte de la Guerra del Peloponeso), Trasíbulo dirigió la resistencia contra el nuevo gobierno oligárquico, conocido como los Treinta Tiranos, que la victoriosa Esparta había impuesto a Atenas. En el año 404 a. C., dirigió una pequeña fuerza de exiliados que invadió el Ática y, en sucesivas batallas, derrotó primero a una guarnición espartana y luego a las fuerzas de los oligarcas. Tras estas victorias la democracia fue restablecida en Atenas. Trasíbulo, como líder de esta democracia revivida en el siglo IV a. C., defendió una política de resistencia contra Esparta y buscó restaurar el poder imperial ateniense. Murió en el año 388 a. C. dirigiendo una fuerza naval durante la Guerra de Corinto.

 
Apenas existe información acerca del comienzo de la vida de Trasíbulo y de sus primeros años. Su padre se llamaba Lico. y era nativo de la demarcación de Estiria en el Ática. Probablemente nació entre el 455 y el 441 a. C., aunque tampoco se puede descartar una fecha tan tardía como el 430 a. C. Estaba casado y tenía tres hijos. Algunos hechos parecen demostrar que pertenecía a una familia rica; tuvo el cargo de trierarca en varias ocasiones, que implicaba unos gastos personales elevados, y su hijo pudo pagar una multa importante de 10 talentos. Probablemente era también de familia aristocrática, puesto que su hija se casó con el nieto del noble Nicias.

 
Hacia el año 411 a. C. Trasíbulo se había establecido hasta cierto punto como un político pro-democrático, como luego dejaron claro los eventos posteriores. En cualquier caso, no es posible hacer un esquema de sus acciones hasta ese año, puesto que no se le menciona en ninguna fuente antes de esta fecha.
 
Como político, Trasíbulo defendió insistentemente una serie de políticas durante su carrera. Abogaba por el imperialismo y expansionismo ateniense, y era un fuerte apoyo de la democracia de Pericles. Parece que no fue un orador espectacular, aunque Plutarco comenta que tenía «la voz más alta de los atenienses». Durante su periodo de preeminencia dentro de la democracia, parece que dirigió lo que ahora podía denominarse una facción populista.
 
En el año 413 a. C., una fuerza de expedición ateniense fue completamente exterminada en Sicilia. Tras esta derrota, Atenas se encontró haciendo frente a una crisis de una magnitud sin precedentes. Sus ciudades a través del Mar Egeo comenzaron a rebelarse, y la flota del Peloponeso salió en su defensa. Buscando contener la crisis, Atenas gastó su fondo de reserva para reconstruir su flota y mandó las naves que le quedaban para establecer una base naval avanzada en Samos.
 
En esta atmósfera general de crisis, los aristócratas de Atenas que llevaban mucho tiempo deseando acabar con la democracia comenzaron a solicitar un cambio de gobierno, y formaron una conspiración para traer un gobierno oligárquico a Atenas. Sus planes incluían llamar a Alcibíades, que había sido exiliado anteriormente por el gobierno democrático. Estos oligarcas comenzaron sus planes en Samos, en donde lograron animar a una serie de oligarcas de la zona para comenzar una conspiración similar.
 
Ha ido surgiendo una controversia entre los historiadores modernos acerca de la participación de Trasíbulo en esta conspiración. Donald Kagan ha sugerido que Trasíbulo era uno de los miembros fundadores del plan de acción, y que pretendía apoyar a la oligarquía moderada, pero que se apartó debido a las acciones extremas llevadas a cabo por los conspiradores. R.J. Buck, por otro lado, mantiene que Trasíbulo no estuvo probablemente nunca envuelto en el complot, posiblemente por su ausencia de Samos en esas fechas.
 
En su retorno a Atenas, los conspiradores tuvieron éxito en acabar con el mando democrático e imponer una oligarquía de 400 dirigentes. En Samos, sin embargo, el golpe de estado no funcionó igual de bien. Los demócratas de Samos se enteraron de la conspiración y lo notificaron a cuatro importantes atenienses; los generales León, Diomedonte, Trasíbulo y Trasilo, en ese momento un hoplita en las filas atenienses. Con el apoyo de estos hombres y de los soldados atenienses en general, los demócratas pudieron derrotar a los conspiradores cuando intentaron hacerse con el poder.
 
Se envió una nave a Atenas para notificar a la ciudad de su victoria contra los oligarcas. A su llegada, sin embargo, la tripulación fue arrestada, dado que sus noticias no eran en ningún modo bienvenidas para el nuevo gobierno oligarca. Al conocerlo, el ejército en Samos depuso a sus generales y eligieron nuevos generales que se sabía que apoyaban con mayor fuerza la democracia. Entre estos generales estaban Trasíbulo y Trasilo. El ejército, considerando que no se habían sublevado ellos, sino que había sido la ciudad la que se había sublevado, decidió defender la democracia mientras que seguía llevando a cabo la guerra contra Esparta.
 
Una de las primeras acciones de Trasíbulo como general fue traer de vuelta a Alcibíades, algo que había apoyado desde antes del golpe de estado. Tras convencer a los marineros de apoyar su plan, Trasíbulo navegó para recoger a Alcibíades y le trajo de vuelta a Samos. El objetivo era atraerse el apoyo persa, que estaba del lado de Esparta, puesto que se pensaba que Alcibíades tenía una gran influencia con el sátrapa Tisafernes. Alcibíades fue elegido general junto con Trasíbulo y los demás. Poco después de esto, a continuación de la revuelta de Eubea, el gobierno de Los Cuatrocientos de Atenas fue depuesto y sustituido por una oligarquía más amplia, que eventualmente daría lugar a la democracia.
 
En los meses posteriores a esos hechos, Trasíbulo dirigió la flota ateniense en varios enfrentamientos de importancia. En la Batalla de Cinosema dirigó un ala de la flota y evitó la derrota ateniense extendiendo su flanco para prevenir ser rodeados. La batalla terminó con victoria ateniense. Poco después Trasíbulo volvió a dirigir un ala de la flota ateniense en la Batalla de Abidos, logrando otra victoria para los atenienses.
 
Trasíbulo estuvo de nuevo al mando de una escuadra de la flota ateniense en la Batalla de Cícico, una victoria ateniense sorprendente. En esta batalla, los atenienses llevaron a la flota espartana a perseguir una pequeña fuerza dirigida por Alcibíades. Cuando los espartanos se habían alejado lo suficiente de tierra, dos escuadrones al mando de Trasíbulo y Terámenes aparecieron en la retaguardia y cortaron su retirada. Los espartanos fueron obligados a huir a una playa cercana, en donde Alcibíades desembarcó a sus hombres en un intento de capturar las naves espartanas. 


Los espartanos, sin embargo, con la ayuda del ejército persa, comenzaron a empujar a esta fuerza ateniense hacia el mar y Trasíbulo, viendo esto, desembarcó a sus propias fuerzas para liberar la presión temporalmente sobre Alcibíades, y mientras, ordenó a Terámenes unirse con las fuerzas de tierra atenienses cercanas y traerlas para unirse a los marineros y hoplitas en la playa. Los espartanos y persas, superados por la llegada de múltiples fuerzas desde varias direcciones, fueron derrotados, y los atenienses capturaron todas las naves que no fueron destruidas.
 
En el año 404 a. C., después de la derrota de la Batalla de Egospótamos, Atenas se vio obligada a rendirse, finalizando la Guerra del Peloponeso. Después de la rendición, el navarca Lisandro impuso un gobierno estrictamente oligárquico a Atenas, que se conoció como los Treinta Tiranos. Este gobierno ejecutó a un cierto número de ciudadanos y les privó de casi todos sus derechos, volviéndose cada vez más extremistas, hasta el punto de que oligarcas moderados como Terámenes se encontraron yendo contra el gobierno y fueron ejecutados. Temiendo por su vida, muchos atenienses huyeron a Tebas.
 
Trasíbulo había sido uno de los primeros en oponerse a la oligarquía, y había sido exiliado a Tebas al poco de su llegada al poder. Ahí, fue bien recibido y apoyado por el líder tebano Ismenias y sus seguidores, que le ayudaron en preparar su regreso a Atenas, En el año 403 a. C., dirigió una partida de 70 exiliados para asediar Filé, una localidad defendible en el límite de Ática y Beocia.

 Una tormenta evitó que las fuerzas de los Treinta Tiranos les expulsasen inmediatamente, y numerosos exiliados se les unieron. Cuando la guarnición espartana de Atenas, apoyada por caballería ateniense, fue enviada a oponerse a ellos, Trasíbulo dirigió una fuerza ya de 700 hombres, un ataque sorpresa a la luz del día sobre su campamento, matando a 120 espartanos y poniendo al resto en fuga.
 
Cinco días después, Trasíbulo dirigió a sus fuerzas, que para entonces ya habían crecido tanto que pudo dejar a 200 hombres en Filé mientras que se llevaba a 1.000 con él, al Pireo, el puerto de Atenas. Ahí fortificó la colina de Muniquia, que dominaba el puerto, y esperó el ataque. Las fuerzas de los Treinta Tiranos, ayudadas por la guarnición espartana, marcharon hacia el Pireo para atacarle. Trasíbulo y sus hombres se encontraban en inferioridad en una proporción de 5 a 1, pero mantenían una posición superior, y presumiblemente se beneficiaron de la consternación entre los oligarcas. En la batalla, los exiliados lograron poner en fuga a los oligarcas, matando a Critias, el líder de los Treinta Tiranos.
 
Después de esta victoria, los restantes de los Treinta Tiranos huyeron a Eleusis, y los que quedaron comenzaron a enfrentarse entre ellos. Se eligieron nuevos líderes, pero fueron incapaces de negociar con Trasíbulo, y se vieron obligados a acudir a Esparta a por ayuda. Sin embargo, desde Esparta no enviaron al agresivo Lisandro, sino que llegó Pausanias, mucho más conservador. 


En la batalla de El Pireo las fuerzas de Pausanias derrotaron por poco a los hombres de Trasíbulo, pero sólo tras un gran esfuerzo, y, no deseando llevar el tema más allá, se llegó a un acuerdo entre las fuerzas de Trasíbulo y los oligarcas de la ciudad. Se restauró la democracia, a la vez que se permitió a los oligarcas que así lo quisieran retirarse a Eleusis. En el poder, Trasíbulo propuso una ley que perdonaba a todos salvo algunos oligarcas, previniendo con ello las brutales represalias de los demócratas victoriosos. Trasíbulo recibió como condecoración por sus acciones una corona de olivo.
 
En la democracia reinstaurada en el año 403 a. C., Trasíbulo se convirtió en uno de los mayores y más prestigiosos líderes, aunque pronto fue sucedido en la cabeza del estado por Arquino. Trasíbulo parece que defendió una política más radicalmente democrática que la que la gente estaba dispuesta a aceptar en ese tiempo. Luchó por reinstaurar el pago por los servicios políticos y buscó extender la ciudadanía a todos los metecos, o extranjeros que habían luchado a su lado contra la oligarquía. 


En principio fue cauteloso en cuanto a provocar a Esparta, pero, cuando la ayuda persa comenzó a estar disponible al comienzo de la Guerra de Corinto, se volvió un defensor de la acción agresiva, y parece que por este tiempo recuperó su preeminencia en la política ateniense. Inició la reconstrucción de las murallas entre Atenas y el Pireo (los llamados Muros Largos), que habían sido demolidos al final de la Guerra del Peloponeso, y dirigió a los contingentes atenienses en la Batalla de Nemea y en la Batalla de Coronea. Estas dos derrotas, sin embargo, hirieron su posición política, y fue reemplazado en la cabeza del estado por Conón, cuya victoria en la Batalla de Cnidos había acabado con los sueños espartanos de un imperio naval.

 
Trasíbulo desapareció de la vida pública durante varios años mientras que Conón dirigía a la flota ateniense en una serie de victorias, pero en el año 392 a. C. Conón fue encarcelado por el sátrapa persa de Sardes, Tiribazo, mientras asistía a una conferencia de paz en esa localidad. Aunque fue finalmente puesto en libertad, murió en Chipre antes de volver a Atenas. Trasíbulo, liderando la facción que buscaba rechazar la oferta de paz, recuperó su posición al frente de la política ateniense. 


En 389 a. C., dirigió una escuadra de trirremes para recaudar un tributo de ciudades a lo largo del mar Egeo y apoyar a Rodas, en donde un gobierno democrático estaba sufriendo el acoso de Esparta. En esta campaña, Trasíbulo desplegó gran parte de su esquema para un imperio ateniense según el modelo del siglo V a. C.: capturó Bizancio, impuso un impuesto en las naves que transitaran por el Helesponto, y recogió tributos de muchas islas del Egeo. En 388 a. C., mientras dirigía su flota al sur a través del Egeo, sus soldados asolaron los campos de Aspendo. En venganza, los aspendios atacaron el campamento ateniense por la noche y Trasíbulo fue asesinado en su tienda.

 

Las ganancias que Trasíbulo había conseguido en su campaña pronto fueron revertidas, sin embargo, por la intervención persa. Alarmados por la súbita reaparición de algo que se asemejaba al imperio ateniense que les había expulsado del Egeo en el siglo V a. C., los persas comenzaron a apoyar a Esparta y la flota persa pronto apareció en el Helesponto, amenazando el suministro de grano ateniense. La paz se firmó rápidamente, en los mismos términos que los atenienses la habían rechazado en el 392 a. C. Las campañas de Trasíbulo, si bien fueron impresionantemente exitosas a la hora de extender la influencia ateniense, tuvieron poco efecto a largo plazo, puesto que llevaron a Persia a forzar a los atenienses a dejar todo lo que habían logrado.

 

Trasíbulo ha sido reconocido ampliamente como un comandante de éxito. La mayor parte de los historiadores antiguos más importantes dieron el mérito de las victorias atenienses del año 411 a. C. a Alcibíades, pero unos pocos, como Cornelio Nepote, señalaron el papel decisivo que en estas batallas jugó Trasíbulo. 


Algunos historiadores más recientes, como Donald Kagan y R.J. Buck, han tendido a apoyar este análisis, apuntando al papel que Trasíbulo jugó en la planificación de la estrategia ateniense en todas estas batallas, y específicamente en la acción decisiva que tomó en Cícico, en donde salvó a las fuerzas de Alcibíades de ser destruidas, y dio la vuelta a una posible derrota ateniense y la convirtió en una importantísima victoria. R.J Buck ha sugerido que Trasíbulo sufrió una «tradición antidemocrática de la historiografía antigua», que llevó a muchos autores a minimizar los logros de uno de los defensores más fuertes de la democracia.

 
A lo largo de su carrera Trasíbulo defendió la democracia en Atenas frente a sus oponentes. Fue uno de los pocos ciudadanos prominentes a los que la isla de Samos confió la defensa de su democracia, y a quien la flota eligió para dirigirla tras el conflicto del año 400 a. C. Más tarde, oponiéndose a los Treinta Tiranos, Trasíbulo arriesgó la vida en situaciones que pocos lo habrían hecho, y sus acciones fueron responsables de la rápida recuperación de la democracia. En palabras de Cornelio Nepote,

 
Esta acción tan noble, entonces, es enteramente de Trasíbulo; puesto que cuando los Treinta Tiranos nombrados por los Lacedemonios mantenían a Atenas oprimida y en un estado de esclavitud, y habían hecho desaparecer a parte del país, y habían asesinado a un gran número a otra parte de ciudadanos a quien la fortuna les había salvado de la guerra, y habían dividido las propiedades confiscadas entre ellos, él no fue el primero, sino el único hombre que les declaró la guerra.



John Fine apunta que la clemencia mostrada por Trasíbulo y otros demócratas tras su victoria sobre los Treinta Tiranos fue una contribución clave a la restauración de un gobierno estable en Atenas. Mientras que muchas polis griegas a lo largo y ancho de Grecia rompieron en un círculo vicioso de guerra civil y venganzas cruzadas, Atenas permaneció unida y democrática, sin interrupción, hasta casi el final del siglo III a. C., y la democracia, si bien interrumpida varias veces por conquistas o revoluciones, permaneció ahí hasta los tiempos romanos, varios siglos más tarde.

 
Por ello Trasíbulo ganó el reconocimiento por su patriotismo y sus principios democráticos. Ha sido criticado, sin embargo, por los historiadores modernos, por no haber sido capaz de reconocer que Atenas en el siglo IV a. C. no podía mantener una política imperialista.2 R.J. Buck sugiere que Trasíbulo, que había crecido en los días en los que la democracia y el imperio, bajo el mando de Pericles estaba en su máximo esplendor, nunca llegó a aceptar que las pérdidas devastadoras que Atenas había sufrido en la Guerra del Peloponeso hacían que el retorno a esos tiempos fuera imposible.
 
Trasíbulo era un general capaz, particularmente exitoso en la guerra naval, y un orador competente, aunque frecuentemente eclipsado por líderes más carismáticos que él. Buck le ha comparado con Winston Churchill, otro abogado de las políticas imperialistas que se aferró a sus creencias después de que la historia se volviese contra él, y que llegó a su punto álgido en los momentos en que su país pasaba por su época más oscura. A través de sus dos décadas de prominencia, independientemente de si estaba en el liderazgo, Trasíbulo permaneció siendo un defensor de la democracia imperialista ateniense tradicional, y murió luchando por la misma causa que defendió en su primera aparición en el 411 a. C..