Míndaro fue un almirante espartano que mandó la flota
peloponesia en 411 y en 410 a. C., durante la guerra del Peloponeso. Con éxito
en mover el teatro de la guerra en el Helesponto, que experimentó una cadena de
derrotas; en la tercera y última de ellas, murió y la flota peloponesia entera
fue capturada o destruida.
Míndaro primero tomó el mando de la flota en Mileto,
donde el sátrapa Tisafernes había prometido a los espartanos que se
ruenirían con la considerable flota fenicia bajo su mando. Tras varios meses de
espera, Míndaro se dieron cuenta de que no llegaría tal flota, y tomó la
decisión estratégica de trasladar su flota al Helesponto, donde el sátrapa Farnabazo
II le había prometido mayor apoyo que el que estaba recibiendo de
Tisafernes.
Míndaro partió de Mileto con 73 barcos; una tormenta
lo forzó a desembarcar en Quíos, pero se quedó allí sólo algunos días. Navegó
con prisa para evitar a una flota ateniense de la que eso había sido llevada
desde Samos para oponérsele, consiguió traer su flota entre Lesbos y tierra
firme y el Helesponto, donde barrió a una pequeña flota ateniense y unió los
pocos barcos aliados de la región en la base espartana en Abidos. Con este
movimiento estratégico, Míndaro había situado su flota en posición de cortar el
suministro de cereal ateniense, y había forzado a la flota ateniense a que lo
desafiara en el terreno de su elección.
A partir de entonces, la suerte de Míndaro cambió.
Cinco días después de su llegada a Abidos, los atenienses navegaron entre las
estrechas aguas del Helesponto para entablar combate con sus fuerzas
superiores. En la la batalla, la victoria peloponesia pareció a su alcance en
un primer momento, cuando la izquierda ateniense estaba aislada y el centro se
dirigía a desembarcar en el promontorio de Cinosema. La superior destreza
náutica de los capitanes y marineros atenienses, sin embargo, cambió el curso
de la batalla, y la flota de Míndaro huyó a Abidos con pérdidas.
Míndaro llamó a los refuerzos de Abidos, pero sufrió
una segunda derrota cuando un grupo pequeño de barcos que navegaba para
reunirse con él fue atrapado por la flota ateniense; Míndaro partió para
rescatarlos, pero, después de una reñida batalla, la llegada de Alcibíades
con refuerzos atenienses convirtió la batalla en una derrota total, con los
peloponesios sufriendo pérdidas otra vez en su huida a Abidos.
Durante los siguientes meses, Míndaro, con la ayuda
financiera de Farnabazo II, reconstruyó su flota con un tamaño de 80 trirremes
en la primavera de 410 a. C. Navegando hacia el este de Cícico, asedió la
ciudad con la ayuda del ejército de Farnabazo y la tomó por asalto. Los
atenienses lo persiguieron, y, en las aguas territoriales de Cícico, atrajeron
a Míndaro a una trampa fatal. Mientras Trasíbulo y Terámenes esperaban fuera
de la vista con varios trirremes, Alcibíades tomó cuarenta barcos y se mostró
él mismo ante Cícico. Míndaro picó el anzuelo, saliendo con toda la flota en su
persecución. Cuando estaba suficientemente lejos de la orilla, las ocultas
fuerzas atenienses surgieron para cortarle la retirada. Rodeado, Míndaro llevó
sus barcos a una desesperada batalla hacia una playa al sudoeste de la ciudad,
en una posición abierta para él. Desembarcando con la fuerza de Alcibíades
pisándole los talones, los hombres de Míndaro y las tropas de Farnabazo que
habían ido a socorrerle, lucharon para impedir a los atenienses que remolcaran
sus barcos mar adentro. Inicialmente, los atenienses volvieron atrás, pero
Trasíbulo y Terámenes trajeron sus fuerzas y la infantería de la retaguardia,
que finalmente fueron capaces de ahuyentar a los persas. Impávido, Míndaro
dividió su fuerza para enfrentar la amenaza ahora presionando por ambos lados,
pero cuando cayó en la batalla, la resistencia peloponesia se deshizo; todos
los barcos de la flota fueron destruidos o capturados. Tras esta rotunda
derrota, el nombre de Míndaro fue inmortalizado en uno de los más famosos
ejemplos de la lacónica brevedad, un comunicado de la flota espartana capturada
por los atenienses, que decía "los barcos se han perdido. Míndaro está
muerto. Los hombres están hambrientos. No sabemos qué hacer."
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