Las estatuas e incluso las efigies de Augusto que vemos en
las monedas indican que tenía una apariencia personal más elegante que la mayoría
de los emperadores. Suetonio dice, sin embargo, que se preocupaba tan poco de
esas cosas que se ponía en manos de varios barberos a la vez para que al mismo
tiempo uno le cortara el pelo y otro le afeitara, mientras él leía o escribía
cualquier cosa.
( Suetonio en "El divino Augusto")
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