Rara vez permitió que se ejecutara a alguien de otra forma
que a golpes continuos y pequeños, y siempre daba la misma orden, que ya era
bien conocida: "Que se le hiera de forma que se sienta morir". Cuando
un día se ejecutó, por error de nombre, a otra persona distinta de la que había
designado, declaró que también ésta había merecido igual castigo. A menudo
repetía aquel verso de tragedia: "Que me odien, con tal de que me
teman"
( Suetonio en "Vida de Calígula")
No hay comentarios:
Publicar un comentario