- Sentarse derecho y firme, sin repantigarse ni adoptar
malas posturas.
- Mirar directamente al que habla, con una disposición de
interés constante.
- Expresión serena e inescrutable, libre no solo de
arrogancia y de malhumor, sino también de otros pensamientos y preocupaciones.
- No fruncir el ceño ni denotar disgusto en la expresión del
rostro.
- No andar moviéndose en el asiento y colocar adecuadamente
las piernas.
- No hacer visajes, ni cuchichear ni sonreír a los compañeros
ni bostezar.
( Plutarco en "Sobre cómo se debe escuchar")
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