Hay que despreciar, por supuesto, a unos amos inferiores a uno
mismo, pero no a quienes tienen sometido el orbe entero; en efecto, ¿qué
territorio se había librado de los romanos aparte de los carentes de interés
debido al calor o al frío? En todas partes, la Fortuna se puso de su lado, y
Dios, que se desplaza de una nación a otra entregándoles por turno la
hegemonía, se hallaba entonces en Italia.
( Flavio Josefo en
"La guerra de los judíos")
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