Los asesinos de Calígula le cortaron el paso en un pasillo
estrecho y lo mataron. Y cuando cayó, ninguno de los presentes se echó atrás,
sino que, a pesar de estar ya muerto, todos le infligieron heridas terribles.
Algunos incluso se atrevieron a comer su carne. E inmediatamente degollaron a
su mujer y a su hija. Así, pues, después de hacer tantas cosas horribles en
tres años, nueve meses y veintiocho días, Cayo Calígula aprendió por la fuerza
de los hechos que no era un díos.
( Dión Casio en "Historia romana" )
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