Arreglé mi túnica. La mano de la muchacha me había producido su efecto, y contra mi voluntad pensaba en hacer el amor. Me preguntaba dónde podría encontrar a las mejores mujeres de Atenas. No era entonces, como lo soy ahora, célibe. Sin embargo, por aquel entonces creía virtuoso mortificar la carne, porque es un hecho que la continencia aumenta la claridad intelectual. Pero tenía veintitrés años y la carne me hacia demandas que la mente no podía controlar. La juventud es la época del cuerpo. No había un día en aquel tiempo que no experimentase la lujuria, ni pasaba una semana sin que la apaciguase. Pero no estoy de acuerdo con esos dionisíacos que afirman que el acto sexual acerca los hombres al Dios Uno. Si algún efecto tiene es el de alejarlos de Dios, porque en el acto son ciegos y pierden la facultad del pensamiento como un animal durante la ceremonia de la procreación. Sin embargo, ciertas cosas se adaptan a cada época de la vida, y durante unas pocas semanas, hace ocho años, fui joven y conocí muchas muchachas. Aun ahora, en esta caliente noche asiática, recuerdo con inquietud esos días brillantes, y pienso en hacer el amor. Noto que mi secretario se ruboriza. ¡Sin embargo, él es griego!
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
sábado, 13 de diciembre de 2014
JULIANO EL APÓSTATA, DICE SOBRE EL DESEO SEXUAL
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