viernes, 5 de diciembre de 2014

CARTA DE LUCIO CORNELIO SILA A CAYO MARIO


Toda Roma acudió al funeral, que ha sido algo que hará época. Yo no recuerdo nada semejante, aunque a mí no me interesaban mucho esas ceremonias, desde cuando la pira crematoria de Escipión Emiliano.


El Meneítos está abatido por el dolor y ha quedado definitivamente marcado con el sobrenombre de Pío con tanto llanto y quejido de una puerta a otra de Roma. Los antepasados de los Cecilio Metelos eran muy sencillos si sus imágenes son de fiar, y supongo que lo son. Algunos de los actores que las portaban saltaban y brincaban como una especie de híbrido de rana, grillo y gamo, y yo me paré a pensar de dónde procederían los Cecilio Metelos. Desde luego, de algún sitio raro.


Ahora no me quito al Meneítos de encima; seguramente porque yo estaba en su casa cuando el óbito, y como su querido tata no me soltaba la mano, debe pensar que se habían allanado todas las diferencias entre su padre y yo. No le he comentado que la invitación a cenar fue algo improvisado. Un dato interesante; durante todo el tiempo enque su tata agonizaba, y aún después, el Meneítos no tartamudeó una sola vez. Ten en cuenta que ese impedimento le apareció después de la batalla de Arausio, por lo que hay que suponer que es un tic nervioso de la lengua más que un defecto congénito. Dice que actualmente le molesta mucho si lo recuerda o tiene que efectuar un discurso formal. ¡Me lo imagino dirigiendo la ceremonia religiosa! ¡Me moriría de risa viendo a todos rebullirse impacientes mientras él se trababa y tenía que volver a empezar!


Te escribo ésta en vísperas de marchar a la Hispania Citerior, para participar en lo que es de esperar sea una guerra victoriosa. Según los informes, los celtíberos están sublevados y los lusitanos causan estragos en la provincia ulterior, donde mi primo lejano Cornelio Dolabella ha obtenido un par de victorias sin aplastar del todo la rebelión.



Los tribunos de los soldados ya están elegidos y con Tito Didio viene también Quinto Sertorio. Casi como en los viejos tiempos, salvo que nuestro comandante es un hombre nuevo muy distinto a Cayo Mario, y menos relevante. Escribiré siempre que haya noticias que dar, pero también espero que me escribas y me digas qué clase de hombre es Mitrídates.

( C. McC. )




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