(...) El general romano Escipión ordenó rodear la ciudad con
un foso y una empalizada. El perímetro de la propia Numancia era de
veinticuatro estadios, mientras que el de la empalizada superaba el doble.
(...) Advirtió a sus soldados que si los enemigos les
acosaban, izaran una señal.
(...) Y cuando pudo rechazar con comodidad a quienes lo
impedían hizo cavar otro foso no muy lejos.
(...) y fijó sobre él empalizadas y levantó un muro, cuyo
grosor era de ocho pies y su altura de diez, sin contar las almenas; y le
rodeaban por todas partes torres de cien pies
(...) Así Escipión fue el primero que rodeó con muros una
ciudad que no había rehuído el combate.
(...) Y los numantinos atacaron muchas veces a los que
custodiaban los muros
(...) Escipión, después de haber encerrado a los enemigos de
esta forma pensaba que no resistirían mucho tiempo, dado que no podían
llegarles ni alimentos ni armas ni tropas de auxilio. No mucho después, cuando les faltaron todos
los alimentos , los numantinos lamían pieles después de haberlas cocido, y
cuando faltaron también las pieles comían carne tras cocer los cuerpos humanos,
primero de los que habían muerto, cortándola a trozos en las cocinas, después
despreciaba las de los enfermos y los más fuertes forzaban a los más débiles
(...) Se volvían salvajes de espíritu a causa de los
alimentos y por lo que respecta a sus cuerpos se convertían en bestias a causa
del hambre, de la peste, del cabello largo y del tiempo transcurrido. En esta
condición se entregaron a Escipión.
( Apiano en su "Sobre Iberia" )
La imagen es el cuadro "El cerco de Numancia", del
pintor Alejo Vera y Estaca. El artista expone con patetismo la conquista de la
ciudad humeante por el ejército romano de Escipión tras el largo asedio en su último
día antes de su caída. Se acentúa el dramatismo y el heroísmo de los numantinos
tratándose de suicidar antes que entregarse a los invasores romanos.
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