Los cuatro lados y la parte superior de la sepultura
están hechas de cinco losas de piedra caliza local, mientras que el piso está
excavado en el suelo de piedra natural. Las cinco losas, unidas mediante yeso
con gran precisión, formaban una cámara de un tamaño aproximado de 215 x 100 x
80 cm. Las losas que componen el monumento fueron pintadas del lado interno con
la misma técnica utilizada en los frescos. Las pinturas de las cuatro paredes
presentan la escena de un simposio, y la losa del techo contiene la famosa
escena que da su nombre a la tumba: un joven arrojándose hacia las ondeantes
aguas de una corriente. Han podido distinguirse dos artistas, de los cuales el
menos habilidoso es el que decoró la pared sur.
La importancia de los sorprendentes frescos de la
tumba es que parecen ser «el único ejemplo de pinturas griegas que contienen
escenas con personas que datan del período orientalizante, arcaico o clásico
que haya sobrevivido en su totalidad. De los miles de tumbas griegas que se
conoce pertenecen a dicha época (cerca del 700 al 400 a. C.), esta es la única
decorada con frescos de personas».
Sólo se encontraron unos pocos objetos dentro de la
tumba. Cerca del cadáver (que se cree pertenece a un hombre joven, pese al
estado sumamente deteriorado del esqueleto) se hallaba el caparazón de una
tortuga, dos aríbalos y un lecito ático; este último objeto, realizado con la
técnica de figuras negras utilizada cerca del año 480 a. C., ayudó a que el
descubridor y otros académicos dataran la construcción de la tumba circa el año
470 a. C.
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