Pero
no por esto dejó de ser juguete de la corte. Si llegaba, en efecto, algo tarde
a la cena, se le recibía con disgusto y se le dejaba que diese vueltas alrededor
de la mesa buscando puesto; si se dormía después de la comida, cosa que le
ocurría a menudo, le disparaban huesos de aceitunas o de dátiles, o bien se
divertían los bufones en despertarle como a los esclavos, con una palmeta o un
látigo. Solían también ponerle en las manos sandalias cuando roncaba, para que
al despertar bruscamente, se frotase la cara con ellas… Por otra parte, era
constantemente objeto de delaciones por parte de la servidumbre y hasta de
extraños.
( Suetonio )
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