Publio Cornelio Escipión Nasica, (que fue cónsul en 191 a.
C.) fue a visitar al poeta Ennio y, al contestarle la esclava cuando preguntaba
por él desde la entrada que no estaba en casa, se dio cuenta de que la mujer
había contestado de aquel modo por mandato de su amo y comprendió que éste se
hallaba efectivamente dentro. Pocos días después, habiendo ido Ennio a casa de
Násica y al preguntar por él desde la entrada, Nasica respondió a gritos que no
estaba en casa. "Cómo?", dijo Ennio, "¿acaso no conozco yo tu
voz?". A lo cual respondió Nasica: "¡Qué poca verguenza! ¿Cuando yo fui a visitarte creí a la esclava
que me dijo que no estabas en casa, y tú no me crees a mí en persona!"
( Cicerón en "Sobre el orador")
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