Yo, senadores, quiero ser mortal,
desempeñar cargos propios de los hombres y darme por satisfecho con ocupar el
lugar primero; os pongo a vosotros por testigos de ello y deseo que lo recuerde
la posteridad, que bastante tributo, y aun de sobra, rendirá a mi memoria con juzgarme
digno de mis mayores, vigilante de vuestros intereses, firme en los peligros e
impávido ante los resentimientos por el bien público. Éstos son mis templos,
los edificados en vuestros corazones; éstas son las más bellas estatuas y las
duraderas. Pues cuando se construyen en piedra, si el juicio de la posteridad
se torna adverso, reciben el mismo desprecio que los sepulcros. Por tanto,
suplico a los aliados, a los ciudadanos y a los propios dioses y diosas: a éstos,
que me den hasta el final de la vida un espíritu en paz y entendedor del
derecho humano y divino; a aquéllos, que cuando yo haya desaparecido, acompañen
mis hechos y la fama de mi nombre con alabanza y buenos recuerdos.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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