Considera Cicerón, a la clase media, esa clase a la que
representas. Los abogados, los médicos, los banqueros, los comerciantes, los
armadores y propietarios de buques, los inversionistas, los especuladores, los
hombres de negocios, los tenderos, los fabricantes, los importadores y los
proveedores.
¿Es que ellos, por propia voluntad, van a servir a Roma
gratuitamente durante un mes, cediendo sus beneficios e ingresos, de modo que
podamos ser de nuevo solventes?. ¿Van a atosigar a los senadores, patricios,
tribunos o al cónsul con peticiones de que se devuelva a Roma su antigua
grandeza y nobleza, y sobre todo, la paz?. ¿Es que alguno de nuestros abogados
va a encararse con nuestros legisladores censurándoles que lo que hacen es
anticonstitucional, una afrenta a un pueblo libre y que no deben hacer nada
ilegal?. ¿Es que alguno de tus colegas es capaz de alzar la vista de sus
librotes y basándose en las Doce Tablas de la Ley romana acusar a todos los que
las han violado y luchar para que sean expulsados del poder, aunque eso le
cueste la vida?.
¡Esos tipos obesos!. ¿Es que hay siquiera media docena, que
sin importarles la propia seguridad, salgan de sus despachos y se vayan al Foro
para decir al pueblo el destino inevitable que aguarda a Roma, a menos que
vuelva a las antiguas virtudes y arroje del Senado a todos los individuos que
los han corrompido con el mismo poder que ellos les concedieron?. Yo no lo
creo.
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