Sila era un hombre de unos cincuenta y seis años de edad,
delgado, bronceado por la intemperie, de rostro rugoso con profundos pliegues
en torno a su boca y a lo largo de su frente. Tenía las mejillas hundidas y
esto le daba un aspecto sombrío. Sus pestañas eran muy negras, rígidas como una
daga sobre sus más pálidos y terribles ojos. Marco no había visto jamás un
brillo más helado y amargo que el de aquella mirada. Su pelo negro lo llevaba
muy corto sobre su bien modelado cráneo y sus pálidas orejas estaban muy
pegadas a la cabeza. Su mandíbula era firme y angular, sus hombros anchos
aunque casi esqueléticos. Usaba una larga túnica de lana teñida de rojo, sujeta
con una correa de cuero que sostenía la daga. No llevaba brazaletes en sus
brazos ni anillos en sus dedos. A pesar de su falta de garbo militar, nadie lo
habría tomado por otra cosa que por un soldado. Su voz era áspera y
chapurreante.
|
LUCIO CORNELIO SILA |
|
MARCO TULIO CICERÓN |
No hay comentarios:
Publicar un comentario