sábado, 27 de agosto de 2016

LA MADRE DEL FUTURO CALÍGULA


[…] su mujer se negaba a marchar, protestando que era descendiente del divino Augusto y que ante los peligros no se mostraría una degenerada. Al final, abrazándola con gran llanto a ella y al hijo común logró convencerla de que partiera. Allá marchaba el triste cortejo de mujeres: la esposa del general convertida en una fugitiva, llevando en brazos a su hijo pequeño; en torno a ella las esposas de los amigos… Unas mujeres ilustres, sin un centurión para guardarlas, sin un soldado, sin nada propio de la esposa de un general, sin la habitual escolta, se marchaba a tierra de los tréveros para confiarse a una fe extranjera. Empezaron entonces a sentir vergüenza y lástima… Le suplican, se plantan ante ella, le piden que vuelva, que se quede, rodeando unos a Agripina y volviendo los más al lado de Germánico…


( Tácito )





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