Amiano Marcelino (en latín: Ammianus Marcellinus) fue el principal historiador romano que vivió y relató el proceso de decadencia y descomposición del Imperio romano durante el siglo IV.
Se cree que nació entre 330 y 335, en una acaudalada familia de ascendencia griega asentada en Antioquía. Se definía a sí mismo como «un soldado y un griego», pues estaba orgulloso de su origen y de su paso por el ejército en los aristocráticos Protectores Domestici. Como tal, estuvo bajo el mando de Ursicino en la fortaleza de Nísibis, junto a la frontera persa, desde el año 353. En el año 355 acompañó a Ursicino a una breve campaña en la Galia contra Claudio Silvano, que se había autoproclamado emperador. Esta campaña duró hasta el año siguiente, momento en que volvió a la frontera oriental. Allí escapó en el último momento del sitio de Amida (Diyarbakir) junto con su esposa, cuando la plaza fue tomada por las fuerzas de Sapor II. Amiano perdió el favor del emperador Constancio II cuando su superior Ursicino cayó en desgracia, pero recuperó su antiguo prestigio y posición tras la muerte de Constancio II y el acceso al trono de Juliano.
El gran número de elogios que Amiano Marcelino destina a Juliano en sus obras demuestran su gran admiración por este emperador. Marchó junto a él a las campañas contra los alamanes y en la expedición contra Persia de 363. Tras visitar Grecia y Egipto, Marcelino se asentó de nuevo en Antioquía en 371, donde permaneció los siete años siguientes. En 378 marchó a Roma y se instaló definitivamente allí, donde pasó el resto de su vida.
Comenzó a escribir su obra Rerum Gestarum Libri XXXI (llamada a menudo Historias) en la capital del Imperio, en principio como una continuación de las obras de Tácito, en prosa rítmica, algo notable teniendo en cuenta que el latín no era su lengua materna. Sus escritos concentran todos los acontecimientos ocurridos en el Imperio entre la ascensión al trono de Nerva en el año 96 y la muerte de Valente en la Batalla de Adrianópolis (378), recopilados en 31 volúmenes de los que se han perdido actualmente los 13 primeros. A resultas de ello, sólo se conocen los tomos finales, que narran la época comprendida entre 353 y 378.
La obra, escrita en latín para facilitar su difusión (Amiano Marcelino hablaba y escribía normalmente en griego), le reportó gran fama en todo el Imperio, especialmente en Roma y Antioquía. Su lugar como autor de referencia permaneció hasta el siglo VI, sumiéndose en el olvido durante la Edad Media. A pesar de las partes perdidas, se considera a las Historias de Marcelino como una obra de referencia obligada —por única casi— para entender los últimos años de gobierno de Constancio II, los mandatos de Juliano, Joviano, Valentiniano I y Valente y los primeros años de Graciano, además de que ofrece un retrato de la realidad política y social en el bajo Imperio romano, su decadencia y las causas de ésta (achacadas por el autor a la dejadez, deshonor y hedonismo de la población) y la organización política y militar de numerosos pueblos bárbaros (incluidos los hunos y los visigodos). Así mismo, Amiano Marcelino deja entrever en sus obras las funestas consecuencias que la situación del momento traerían a Roma, como el saqueo de Alarico I que sobrevino dos décadas después de la probable muerte del historiador, el cual fue visto por los contemporáneos como el fin del mundo hasta entonces conocido. Amiano Marcelino era pagano y no tenía en gran aprecio al Cristianismo, por lo que es probable que su postura influyera en quienes vieron más tarde a esa religión como la causante de la caída de Roma, una idea que puso en aprietos incluso a San Agustín.
Se ignora la fecha exacta de su muerte. El último año en el que se puede presuponer que seguía vivo es 391, pues nombra a Sexto Aurelio Víctor como prefecto de Roma, quien accedió ese año a dicho cargo. Posiblemente murió hacia el año 400 d. C.
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