viernes, 5 de agosto de 2016

LA DICTADURA DE SILA



Sila había proclamado la libertad; pero los hombres andaban con aire de cansancio y hablaban en voz baja tras las puertas cerradas, preguntándose si podrían confiar en sus propios hijos. Sila proclamaba que había restablecido la paz; pero los hombres miraban aprensivos a sus pequeñuelos acostados en sus cunas. "Volveré a colmar nuestro tesoro ahora en bancarrota", declaraba Sila, así que todo el mundo hablaba con desánimo de nuevos y fuertes impuestos, retirando sus ahorros de los bancos para esconderlos en agujeros o huyendo de la ciudad de noche, llevándose su oro. "¡Al final habrá justicia!", gritaba Sila y los ciudadanos temían cada nuevo amanecer, abrazados desesperadamente a sus esposas, temiendo a cada momento, lo peor. 














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