La esclavitud en la
Antigua Roma constituía una de las características de la sociedad romana. A lo
largo de toda la historia del Imperio romano y su dominio sobre el
Mediterráneo, Europa, África y Asia, la sociedad romana fue esencialmente
esclavista, y tanto su economía como su estructura social se basaba en un sistema
de clases donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad.
ORÍGENES
La mayoría de los
esclavos en la antigua Roma se adquirían a través de las guerras, los ejércitos
romanos llevan los prisioneros de vuelta como parte de la recompensa de la
guerra.
Delante del templo de
Pietas, estaba la columna lactaria, donde eran depositados, expuestos, es decir
«ius exponendi», los bebés abandonados, es decir, los que el pater familias se
negaba a reconocer, para que alguien los adoptara. Esto casi nunca ocurría,
sino que los recogían personas que los convertían en esclavos si eran hombres,
y en prostitutas si eran mujeres. Los niños inútiles, deformes o débiles eran
eliminados. El niño adoptado tomaba el apellido del nuevo padre. Cuando una
esclava tenía un hijo, era responsabilidad de su amo aceptarlo en la familia.
Que lo matara si no era aceptado no estaba mal visto, aunque más tarde pudo
llegar a tener un tipo de reprobación moral.
CONDICIÓN DE
ESCLAVOS, DERECHO Y MANUMISIÓN
Dentro del imperio,
los esclavos eran vendidos en subasta pública o, a veces en las tiendas, o por
venta privada para los esclavos más valiosos. La trata de esclavos fue
supervisada por los funcionarios fiscales romanos llamados Cuestores.
A veces los esclavos
estaban expuestos en soportes rotativos, para ser mejor observados y junto a
cada esclavo iba colgado para la venta un tipo de placa que describe su origen,
la salud, carácter, inteligencia, educación, y otra información pertinente para
los compradores. Para poder apreciar mejor sus cualidades y defectos siempre
eran expuestos desnudos.
Los precios variaban con la edad y la calidad, así los
niños esclavos eran más baratos que los adultos, y entre estos últimos los más
valiosos alcanzaban precios equivalentes a miles de euros de hoy día. A modo de
garantía, el concesionario estaba obligado a reemplazar con un esclavo nuevo
dentro de los seis meses tras la compra, si el esclavo tenía defectos ocultos
que no se manifestaron en la venta. Los esclavos puestos a la venta sin periodo
de garantía estaban obligados a llevar una gorra en la subasta, y eran más
baratos.
La vida como esclavo
dependía en gran medida del tipo general de trabajo que se le asignaba, del que
había una gran variedad. Para los esclavos, la asignación de las minas era a
menudo una sentencia de muerte lenta. A los esclavos agrícolas generalmente les
iba mejor, mientras que los esclavos domésticos de las familias ricas de Roma
(familia urbana) probablemente disfrutaban del más alto nivel de vida de los
esclavos romanos, junto a los esclavos de propiedad pública (servus publicus)
que no estaban sujetos a los caprichos de un solo amo. A pesar de que su
alojamiento y comida eran de una calidad notoriamente inferior a la de los
miembros libres de la familia, puede haber sido comparable a la de muchos
romanos libres, pero pobres. Esclavos domésticos se podían encontrar trabajando
como peluqueros, mayordomos, cocineros, empleadas domésticas, enfermeros,
maestros, secretarios y costureras. Esclavos con más educación e inteligencia
podían trabajar en profesiones tales como la contabilidad, la educación y la
medicina.
Los esclavos de
ciudad solían tener familia y una gran autonomía. Podían lograr la libertad o
manumisión de diferentes formas:
Bastante
irónicamente, con su propia muerte, cuando lo liberaban para que tuviera un
entierro de persona libre.
Con la muerte de su
amo, en cuyo testamento solían liberar a sus esclavos como muestra de
generosidad. Cuando eran liberados de este modo, se les dejaba alguna propiedad
o dinero.
Comprando su
libertad, ya que después de haber pasado años de intermediario de su amo en los
negocios, podían ganar un peculio.
Por declaración ante
un magistrado. Amo y esclavo defendían su libertad ante un magistrado. Si era
aceptada, se le ponía un bastón en la cabeza como señal de su libertad.
Muchos emancipados
permanecían en sus casas haciendo las mismas labores, aunque con mayor
dignidad.
Los esclavos eran
propiedad absoluta de su dueño. Carecían de personalidad jurídica, de bienes, y
hasta de familia propia. El esclavo romano no tenía derecho al matrimonio, al
parentesco - no podía ejercer la paternidad ni la maternidad - ni a la
propiedad. Los hijos eran vendidos y separados de sus madres. Sin embargo,
mediante la potestas, podía adquirir, para su amo, toda clase de propiedades e
incluso solicitar un crédito, aunque no estaba facultado para obligarlo a
asumir deudas en su nombre.
Después del siglo II,
los esclavos tuvieron permitido casarse.
Ayudaban al amo a
ponerse la toga, pues era una labor de gran complicación. Eran los encargados
de recibir a los invitados, recogerles la toga y los zapatos y ofrecerles un
baño caliente o un lavado de pies. Los más guapos y de mejores modales servían
la comida vestidos de colores vivos, que contrastaban con sus cabelleras, con
las que a veces sus amos se secaban. Los más agraciados servían el vino y
cortaban los manjares mientras que los que limpiaban los platos y recogían las
mesas iban peor vestidos. A cada invitado se le adjudicaba un esclavo servus ad
pedes que permanecía a sus pies. Los que nacían como esclavos y eran educados,
formaban una clase privilegiada entre la servidumbre. No se les permitía entrar
a representaciones teatrales. A los esclavos se les adjudicaban las tareas de
acuerdo a su nivel cultural.
A los esclavos se les
podía poner un collar con una placa en la que se leería, por ejemplo: Tene me
ne fugia et revoca me dominum meum Viventium in Ara Callisti, que se traduciría
como "Retenme para que no escape, y devuélveme a mi dueño, Vivencio, en la
zona del Altar de Calixto".
El precio de un
esclavo nos llega a través de Catón, y sabemos que era de promedio unos mil
quinientos denarios, precio que subió a lo largo del siglo II a. C.
Algunos esclavos tenían
la consideración de personas libres, bien por la humanidad de sus amos o por el
trabajo intelectual que desarrollaban. Esto pasó con los esclavos procedentes
de la Antigua Grecia, que en cierto modo el amo consideraba de mayor educación
que la suya. Estos eran los que servían como secretarios, administradores o
educadores. En el siglo III se redujeron las masas de esclavos y estos
empezaron a valorarse casi como personas libres. El emperador Diocleciano era
hijo de un esclavo que había comprado su libertad.
Los libertos fueron a
partir del siglo VI según el emperador Justiniano I ciudadanos sin distinción
alguna, procedentes de la esclavitud. Si no conservaban los lazos de fidelidad
a sus casas eran llamados libertos ingratos. Ejercían mayoritariamente la labor
de comerciantes o artesanos, y en menor medida de maestros romanos (ludi
magister), gramáticos (encargados de la enseñanza secundaria), banqueros o
médicos, que no tenían la remuneración.
La economía romana,
como su sociedad, dependían del trabajo de esclavos, que eran fundamentales en
los latifundios, minas e industrias. Esta economía aumentó a partir del siglo
-I gracias a las victorias de Julio César, que puso en subasta a
aproximadamente un millón de esclavos durante la Guerra de las Galias (58-51 a.
C.) En Delos, llegaron a subastarse hasta diez mil esclavos en un solo día.
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