Augusto envió un emisario a un caballero romano que estaba
bebiendo mientras asístía como espectador a unos juegos para que le dijera de
su parte: "Yo, cuando quiero almorzar, me voy a mi casa". El
caballero por su parte, respondió: "Pero tú no tienes miedo de que te
quiten el sitio"
( Quintiliano en "Instituciones oratorias" )
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