El cónsul del año -79 a.C., Vatia Isaúrico, marchaba a pie
un día por un camino cuando se encontró con uno que iba a caballo; éste, en vez
de desmontar al verlo, aguijó su caballo y pasó ante él al galope mostrando una
falta de respeto. Más tarde, al reconocerlo Isaúrico defendiéndose en un juicio
y mencionando a los jueces lo sucedido, éstos
decidieron no seguir escuchando sus alegaciones y al individuo que juzgaban lo
condenaron por unanimidad.
( Dión Casio, en su "Historia Romana" )
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