Recuerdo, en verdad, que cuando un orador de voz
excepcionalmente potente llamado Trácalo estaba pronunciando un discurso en la
primera sala de la Basílica Julia, a pesar del gran alboroto reinante debido a
los cuatro tribunales que , como es habitual, allí se juntan, no sólo se le oía
y entendía perfectamente, sino que recibía el aplauso de los cuatro tribunales,
para borchono de los demás abogados.
( Quintiliano en sus "Instituciones oratorias")
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