Catón
no había podido cometer el acto sin saber antes que disfrutaría de una vida
después. Y buscó la confirmación en el Fedón. Esto consuela a César, que
no anhela una vida después de la muerte. ¿Qué puede ser la muerte salvo un
sueño eterno? La única inmortalidad a la que puede aspirar un hombre es vivir
en el recuerdo y la historia del género humano hasta el final de los tiempos.
Un destino que corresponderá a César, pero que César hará todo lo posible para
que no corresponda a Catón. Sin Catón, no habría habido guerra civil. Es por
eso por lo que no puedo perdonarle. Es por eso por lo que César no puede
perdonarle.
Ah,
pero la vida de César es cada vez más solitaria, incluso con la muerte de
Catón. Bibulo, Ahenobarbo, Lentulo Crus, Lentulo Espinter, Afranio, Petreyo,
Pompeyo Magno, Curio. Roma se ha convertido en una ciudad de viudas, y César no
tiene ya verdaderos rivales. ¿Cómo puede sobresalir César sin el impulso de una
oposición? Pero no, pero nunca, la oposición de sus legiones.
Las
legiones de César. La Novena, la Décima, la Duodécima, la Décimocuarta, sus estandartes
colmados de honores, su parte del botín suficiente para que los soldados de más
bajo rango alcanzaran el estatus de Tercera Clase en las centurias, y sus
centuriones lograran el estatus de Segunda Clase. Sin embargo, se amotinaron.
¿Por qué? Porque estaban ociosos, mal supervisados y a merced de la
malevolencia de hombres como Avieno. Porque entre sus filas algunos les han
inculcado la idea de que pueden imponer a los generales las condiciones de su servicio.
Su motín no ha sido perdonado, pero, más importante aún, no ha sido olvidado.
Ningún hombre de una legión amotinada obtendrá jamás tierras en Italia, ni una
parte completa del botín tras la celebración de los triunfos de César.
Tras
la celebración de las victorias de César. César ha esperado catorce años para
el triunfo, privado de su triunfo hispánico cuando regresó como pretor de la
Hispania Ulterior. El Senado lo obligó a entrar en la ciudad cruzando el pomerium
para presentar su candidatura al consulado, y así perdió su imperium y
su triunfo. Pero este año celebrará su victoria, tan magníficamente que los festejos
triunfales de Sila y Pompeyo Magno parecerán insignificantes en comparación.
Este año. Sí, este año. Habrá tiempo, porque este año César corregirá por fin
el calendario, vinculará las estaciones a los meses en un año de trescientos
sesenta y cinco días como es debido, con un día más
cada
cuatro años para compensar el tiempo perdido. Aunque César no haga más que eso
por Roma, su nombre perdurará durante mucho tiempo después de su muerte.
A eso
se reduce la inmortalidad. ¡Ay, Catón, con tu anhelo de un alma inmortal, tu
miedo a morir! ¿Qué hay que temer en la muerte?
( C.
McC. )
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