ARIETES
Además de atacar las murallas, se puede intentar
derribar las puertas empleando arietes.
Estos son bastante burdos, y deben
estar preparados para recibir el impacto de objetos pesados lanzados desde lo
alto de las murallas.
RAMPAS DE ASALTO
Si ni los arietes ni las minas funcionan, el general
puede intentar construir una rampa de asalto. Esta será básicamente una larga
rampa construida a lo largo de la muralla enemiga (mientras el enemigo lanza
flechas, rocas grandes y todo lo que coja, incluida la fuente del patio, sobre
los desgraciados a los que les haya tocado construirla).
La rampa perfecta estará
construida con troncos colocados alternativamente en posición perpendicular y
transversal, con los espacios intermedios rellenos de tierra. Los maderos
fijaran la tierra al terraplén, mientras que la tierra impide que los troncos
salgan ardiendo.
(La madera resulta tan necesaria en una operación de asedio
que, según Josefo, tras el sitio de Jerusalén no quedo un árbol en pie en 28 kilómetros
a la redonda.)
CONTRAMEDIDAS.- El truco para contrarrestar las rampas
de asalto es tratar de abrir minas por debajo de ellas, y extraer los troncos y
la tierra de la base tan rápido como los constructores los pongan por encima.
Si la rampa se alza justo junto al muro, esto también puede hacerse abriendo un
hueco en el mismo para poder acceder a la base de la rampa.
En ocasiones, los
mineros no derribaran la rampa hasta que el ingenuo general enemigo lance las
catapultas o una partida de asalto por la rampa, para así llevarse también por
delante todo lo que haya encima. Una regla básica de la guerra de asedio es que
no hay truco demasiado sucio; y cada truco tendrá su correspondiente
contratruco (por lo general, todavía mas marrullero).
No hay comentarios:
Publicar un comentario