Marco
Livio Druso se aprestó para la batalla que iba a plantearse en el Senado cuando
presentara su ley sobre subsidio de grano. Del mismo modo que el ager publícus,
el abastecimiento de grano barato no debía limitarse estrictamente a las clases
bajas; el proyecto era que todo ciudadano romano que hiciera cola ante las
casetas de los ediles en el pórtico Minucia obtuviera la esquela oficial que
estipulara su derecho a adquirir cinco modii de grano y pudiera ir con
ella a los silos estatales de los acantilados del Aventino para que se los
entregaran. Había algunos ciudadanos acaudalados y famosos que aprovecharían el
privilegio, la mitad de ellos por ser incurables avarientos y la otra mitad por
principio. Pero, en términos generales, la mayoría de los que podían dar al
mayordomo unas monedas para adquirir trigo en los graneros privados del Vicus
Tuscus no eran partidarios de ir en persona con una esquela estatal para
comprar grano a bajo precio. Comparado con el coste en Roma de otras cosas
-como era el caso de los alquileres, siempre astronómicos-, la suma de
cincuenta o cien sestercios mensuales por persona para la adquisición de trigo
era una minucia. Por lo tanto, la gran mayoría de los que hacían cola para que
les entregasen la cartilla eran ciudadanos necesitados de la quinta clase o
menesterosos del censo por cabezas.
Las
tierras no llegarán para todos ellos, ni mucho menos -explicó Druso en el
Senado-, pero no debemos olvidarlos ni darles motivo para pensar que se les
vuelve a despreciar. El pesebre de Roma es lo bastante grande, padres
conscriptos, para alimentar a todas las bocas romanas. Si no podemos dar
tierras a los del censo por cabezas, tenemos que darles grano barato, al precio
módico de cinco sestercios por modius constante durante años, independientemente de que haya escasez o abundancia. Con ello la carga
dineraria será más llevadera para el Tesoro y cuando haya exceso de grano el
Estado podrá adquirirlo a un precio entre dos y cuatro sestercios el modius,
y vendiéndolo a cinco aún sacará un beneficio que ayude a los desembolsos
durante los años de escasez. Por tal motivo, sugiero que el Tesoro lleve una
cuenta aparte exclusivamente para la compra de trigo. No debemos cometer el
error de recurrir a los ingresos generales para financiarlo.
La información está correcta, pero faltó agregar el resultado, quiebra del estado, escases, y comoetencia desleal de la venta de grano por parte del estado.
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