Habrá
quienes piensen que los eminentes padres conscriptos del Senado son pura
corrupción. Y en consecuencia deberían ser pura decadencia, blandos,
insustanciales. Pero no lo son. Son tan duros como el pedernal, fríos como el
hielo y tan sutiles como un sátrapa parto. Nunca ceden. Te aseguras a uno, le
amansas hasta el servilismo y de repente desaparece y te encuentras tratando
con una cara distinta en circunstancias distintas. Y es porque son seres
individualistas y lo bastante ricos para vivir el resto de sus vidas con plena
independencia económica. Lo único que llevan en su mente y en su corazón es
Roma y su condición de romanos, lo cual lo hacen el pueblo más patriota de todo
el orbe conocido. Naturalmente tener una renta de como mínimo un millón de
sestercios anuales es condición indispensable para formar parte del Senado
Romano.
Aunque
los reyes extranjeros envíen a Roma una embajada con oro, plata, joyas, obras
de arte y todo lo necesario para halagar el gusto nobiliario de un romano, no
logran sobornar a la mayor parte de ellos, salvo algunos que estén a punto de
arruinarse o ya en manifiesta y crónica ruina. Es curioso que tampoco no se
puedan sobornárseles con mujeres o muchachos; sólo con mercancías negociables,
o con dinero contante y sonante. Y aún así, a cualquier rey de cualquier lugar
lo ven como a un ser inferior, por debajo de su condición de senador, aunque
sea el senador menos importante de toda la curia romana.
Es
sabido que a los senadores romanos los
obsesionaba aquello de los comités y las comisiones, y nada los complacía más
que enviar un grupito de funcionarios a un rincón remoto del planeta para investigar,
pontificar, adjudicar y mejorar. En otro reino uno optaría por ponerse a la cabeza
de un ejército para hacerse imponer, pero los romanos se presentaban vestidos
con togas, escoltados por simples lictores y ni un solo soldado a mano;
comenzaban a dar órdenes y esperaban que se cumplieran como si hubiesen llegado
al frente de un ejército, Y, en su mayor parte, eran obedecidos. Eso eran los
senadores romanos.
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