Nos
complacería muchísimo hallarnos presentes en el Senado para las calendas de junio,
Marco Antonio, pero no tenemos más remedio que solicitarte ciertas garantías de seguridad.
Nos entristece que, siendo como somos ambos pretores superiores, ni tú ni ningún
otro magistrado nos mantenga informados sobre la situación en Roma. Nos alegra que
te preocupes por nuestro bienestar, y te damos nuevamente las gracias por haber
sido tan comprensivo desde los idus de marzo. No obstante, ha llegado a nuestro
conocimiento que la ciudad está llena de antiguos soldados de César, y que
pretenden volver a erigir el altar y la columna a César, que con tanta justicia
desmanteló el cónsul Dolabela.
Nuestra
pregunta es la siguiente: ¿es seguro para nosotros ir a Roma? Humildemente te
rogamos garantías de que nuestras amnistías no sean revocadas, y de que seamos bienvenidos en Roma.
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