Habían
pasado tantos años desde que César se marchó a la Galia, años en los que se acostaba
sola y rechinaba los dientes mientras aporreaba con los puños la almohada.
Amándolo, deseándolo, necesitándolo. Lánguida de amor, mojada por el deseo, hambrienta
de la necesidad. Aquellas feroces confrontaciones, duelos de voluntad e
ingenio, guerras de fuerza. Oh, y la exquisita satisfacción de saberse vencida,
de medirse con un hombre y ser aplastada por él, dominada, castigada,
esclavizada; estando completamente segura del alcance de sus propias habilidades
e inteligencia... ¿Qué más podía pedir una mujer que un hombre que inspiraba
respeto? ¿Quién era más que ella, y sin embargo aún estaba atado a ella por
algo más tangible que sus cualidades de mujer? César, César...
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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