Batalla de Salamina,
importante victoria naval griega durante las Guerras Médicas, que detuvo el
avance de Jerjes I el 29 de septiembre del 480 a.C. y tuvo lugar en la
isla de Salamina, situada en el golfo de Egina, próxima a Atenas. Los persas,
bajo el mando de su rey Jerjes, habían avanzado con gran éxito a través de
Grecia, y en el 480 a.C. habían capturado Atenas.
Tanto las provisiones
griegas como las persas eran escasas y existían divergencias entre los griegos
en cuanto a cuál debía ser su próximo movimiento; algunos abogaban por
retirarse a Corinto. No obstante, el general ateniense Temístocles sostuvo que
era más efectivo seguir una política naval agresiva y evitó el repliegue.
Amenazó
con llevarse la flota ateniense, por lo que el resto de la fuerza griega cedió.
Temístocles envió un esclavo a Jerjes, diciendo que su flota ateniense estaba
dispuesta a volverse contra el resto de los griegos y que los persas sólo
tenían que atacar para asegurarse la victoria.
Jerjes, engañado con este truco,
atacó con su flota de unos 350 barcos. Cuando los persas avanzaron, los griegos
retrocedieron hacia la bahía, una maniobra táctica concebida para atraer a los
persas. Entonces los griegos emprendieron una lucha cuerpo a cuerpo, ante la
inmovilidad de los barcos persas.
La batalla fue un gran éxito de los griegos,
que sólo perdieron 40 barcos, mientras que los persas perdieron 200. Esta
victoria fue posible gracias a las astutas tácticas de Temístocles y a la
impresionante lucha de la flota griega.
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