César,
tenemos problemas. Grandes problemas. Los veteranos más veteranos han
enloquecido de ira, y no puedo hacerlos entrar en razón... o mejor dicho a sus
representantes electos. Las legiones más exaltadas son la Décima y la
Duodécima. ¿Te sorprende? Bueno, al menos a mí sí me sorprende.
La
gota que hizo rebosar el vaso fue mi orden de que la Séptima, la Octava, la Novena,
la Décima, la Undécima, la Duodécima, la Décimotercera y la Décimocuarta
levantaran el campamento y marcharan hacia Neapolis y Poteoli. Todos los
representantes electos se plantaron ante mi puerta en Herculano (vivo en la
villa que Pompeyo tenía allí) para decirme que nadie iba a ninguna parte hasta
que se les notificaran formalmente ciertas cuestiones como la fecha de su baja
definitiva, sus parcelas de tierra, sus partes en los botines y gratificaciones
por esta campaña extra; así es como la llaman, "campaña extra". No es
una obligación habitual. Y quieren que se les pague.
Estaban
decididos a verte, así que no les gustó mucho saber que estabas demasiado
ocupado en Roma para venir a Campania. Inmediatamente después, la Décima y la
Duodécima se descontrolaron, y empezaron a saquear todas las aldeas de los alrededores
de Abella, donde están acampadas.
César,
no puedo contenerlos más. Te sugiero que vengas personalmente. O si realmente
te es imposible, manda a alguien importante para entrevistarse con ellos.
Alguien a quien conozcan y en quien confíen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario